viernes, 28 de noviembre de 2014

Los recuerdos son el final

El regocijo llega al saber que todo terminará. Tu imagen ahora es innecesaria, al igual que todo lo demás. El dolor causado durante este tiempo se verterá en el horizonte. Los últimos intentos de salvarse habrán sido en vano. Prevalecerá el fin, y con el fin morirán los recuerdos. Tiempo perdido en salvar lo mejor de ti, y nada podrá conservarlo perpetuamente. Ni la trascendencia supone la eternidad.

Lánguidos latidos del eterno, y ni la muerte te salvará ahora. Ni mis palabras serán recordadas. No quedará rastro de mis intenciones por esclarecer lo inevitable. No permanecerá nada en ninguna memoria. El final próximo se convierte en alegría absoluta. No hay nada que se compare con el regocijo de que todo será convertido en nulidad. Ahora disfruto estos últimos recuerdos, y con ello permitiré que todo se borre.

sábado, 5 de julio de 2014

Otro sueño extraño

Así, otro sueño raro llegó hoy a mi mente. Aprovecharé que aún tengo la mente fresca para escribirlo. Pues bien, recuerdo desde una parte en que estaba yo hablando, en un tipo de vestíbulo de una mansión. Ahí, cerca de la puerta, estaban varias cajas con cosas, y otros objetos en estantes, repisas y sobre otros muebles. Estaba yo con una mujer que conozco. Esta persona me mandó un mensaje a un celular, acerca de que ella me regalaba las cosas que ahí estaban. Lo que recuerdo es que entre esas cosas había casetes de música. Fue algo extraño. Luego, caminé hacia otra parte de la casa.

Un tipo de jardín o de patio estaba en el exterior. Las entradas que daban hacia ese lugar estaban cubiertas por un vidrio de gran grosor, y puertas permitían el acceso entre ambos lugares, igualmente elaboradas con dicho material. Se podía ver hacia ese jardín, o patio, desde esa habitación de paredes de vidrio. Había dos cuartos que daban hacia ese lugar exterior. Las dos salidas estaban una frente a la otra, y separadas por una distancia de diez metros. El jardín, el patio, o lo que fuera, estaba entre estas dos salidas.

Yo estaba en uno de esos cuartos de paredes de vidrio. En el otro cuarto podía verse a otras personas haciendo un examen. Me vi de repente y también lo estaba haciendo, junto con otro individuo que apareció súbitamente. Un sujeto, que caminaba en el exterior, entró al otro cuarto para revisar que estuvieran haciendo el examen, y que no anduvieran copiando. Yo recuerdo haber visto unas seis personas en aquella habitación. El sujeto retiró a dos, luego las llevó hasta nuestro lugar. Ya éramos la misma cantidad de individuos en los cuartos. Esas personas, recién llegadas a la habitación, eran camaradas en la vida real, compañeros de escuela preparatoria.

Terminé mi examen. En la escena aparece un tipo que era de intendencia, o de mantenimiento, quizás. Me entregó una tarjeta de memoria. De algún modo la tiré, y esta se rompió, dejando así al menos una decena de fragmentos. Esto no me había afectado en lo más mínimo, pues yo había dicho: "¡Ah! Ya ni modo". Abandoné el lugar, ese que era protegido por tan impenetrable vidrio que permitía ver con toda claridad lo que había más allá de su defensa.

Caminé, y en el exterior había una piscina grande. Era de noche, y había algunas nubes de lluvia. Árboles rodeaban el lugar, al igual que próximo se encontraban unos escalones que conducían a una entrada de una parte elevada de la casa. En la alberca encontré a la misma persona que me había mandado el mensaje al celular. Entré. Me acerqué a ella, y ella me dijo: "Te amo, no quiero que te vayas". Esto me sorprendió demasiado; realmente nadie espera una cosa de este tipo. Y yo le respondí: "Te amo; sólo será un par de días". Ella lloraba, al igual que yo. La abracé ahí. Sabía que era el momento de partir.

Así, sin más, me despedí, agradeciendo antes por todo lo hecho. Sentí extraño al dejarla. Caminé por la subida con escalones. Seguí mi trayectoria. Pasaron unos segundos, y ya estaba yo caminando al lado de otras personas que se disponían a subir a una embarcación: lo mismo haría yo. Éramos, ni más ni menos, parte del Cuerpo de Infantería de Marina. Íbamos a una misión de unos días. Estábamos, en ese momento, en Aguascalientes, México. ¿Cómo era posible que hubiera un barco ahí, donde no hay mar u océano? ¿Una lancha pesquera, tal vez, en alguna presa o laguito? No, era un barco de gran tamaño, casi que podría decir que un portaaviones. Estaba ese barco sobre un río artificial de gran profundidad. Ahí vi a varias personas conocidas, compañeros de la universidad, formando parte de esta organización.

Ahora, el sueño cambia drásticamente. Ahora ya no me veía a mí, sino a otros, como si estuviera viendo un vídeo. Se trataba de bromas a personas. Se supone que estas portaban una especie de cascos que les permitían ver otras cosas, como para simulación virtual parcial, ya que podían ver, también, el mundo real. Estos cascos modificaban ciertas cosas del mundo real, sí, al menos en las mentes de sus portadores, formando ilusiones que les hacían creer que en verdad se habían modificado. Así, pues, primero apareció una especie de vídeo en donde se veían las ilusiones, como si, el que viera el vídeo, fuera quien tuviera el casco puesto. Ese vídeo en realidad fue terrorífico. Luego, otra toma apareció. Era la toma ya fuera del casco, para ver cómo se asustaban los demás.

Una escena final. Un hombre, cuidando de un parque, se encontró con unas muchachas que llevaban puesto el casco encima. Las muchachas se habían asustado, porque el casco les había hecho creer que el hombre era un monstruo. Ellas gritaron, y el hombre se asustó demasiado, tanto que esto lo condujo a tirarse a una piscina. Al final, este hombre entró a una esfera que rotaba, mientras esta estaba suspendida en el aire, sujetada por dos fuertes cables ubicados en dos puntos, lo más alejados el uno del otro, en la esfera.

Y bueno, esto fue todo... por ahora. Espero recordar más del sueño, claro, antes de estas escenas. Espero que les haya gustado. Saludos.

jueves, 22 de mayo de 2014

Retención

En la lejanía mantengo despierto, aún, ese deseo de experimentar el dolor que se hizo huésped de tu vida. Lucho contra la emotividad y el impulso. Ceso mis movimientos antes de que estos sean realizados para tomarte. Bajo lo grisáceo camino sin dejar de acosar a esa imagen mental sobre ti. Estás tan lejos ahora. ¿Qué necesidad tengo yo de encontrarte aquí, en este frío y remoto sendero? Este árbol constituye, en todo caso, el mejor de los resguardos mentales. El viento no es algo de lo que haya que preocuparse todavía.

La calma no durará demasiado, pues este árbol pronto será abatido. Encuentro un sosiego temporal, mas sé que pronto recordaré aquello por lo cual siento un poco de intranquilidad. El entendimiento ajeno es algo que no espero, ni  necesito. Supone una delicia el rendirme ante el miedo. Que el orgullo termine enterrado bajo este árbol moribundo, y que pronto converjan los males, latentes o desnudos. Pronto amaré cada fragmento de mi pensamiento, y entronizaré el momento en que el dolor alcance el clímax.

Verticalidad soñada y proyectada en mi irrealidad, la que afectó al árbol y provocó su caída. Emergen perfectos torturadores de mí. Tu imagen da alcance y no puedo evitar arrastrarte hasta donde estoy. Te ato y tu dolor se une a mí. El contacto no vuelve indiferente a los latidos en tu pecho. Bailoteos rápidos demuestran la aceptación. Vientos húmedos se dedican a golpearnos, mejorando este momento que no acabará. Me mantengo firme, estrechándote, construyendo la mejor eternidad.

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miércoles, 1 de enero de 2014

La mente proyectada

Desperté. Me doy cuenta que es demasiado tarde y que no llegaré a tiempo al trabajo. Debo entender que no debo destruir un despertador cada vez que despierto, o al menos tengo qué reabastecerme de una caja de ellos. No puedo controlarlo. No es tan sencillo como se cree. Mi mente trabaja en forma alocada, además hay que sumarle el estrés del día a día. Este secreto pensamiento es muy útil, sin embargo, también podría un día estar durmiendo y morir debido a ellos.

No es muy fácil el comprender totalmente cómo funciona. Un día, por la tarde, estaba yo sentado contemplando el horizonte. La imagen era realmente encantadora: paisaje de un verde prado, con flores rojas y azules regadas por ahí, un cielo azul, cálido, y unos manzanos cuyos frutos estaban descansando en el suelo. Me acerqué a estos árboles muy despacio, tomé las manzanas y las comí. Eso sólo me abrió más el apetito. Me quedé con hambre. No había manzanas en el suelo, así que intenté subirme a los árboles y arrancarle esos frutos. No pude, pues mi cuerpo es demasiado débil. Mi deseo fue tan grande que de mí brotó una presencia.

Movimiento irregular y apariencia plasmática, se movía y parecía tocar las cosas.  En efecto, esa sustancia podía materializarse y volver intangibles algunas de sus partes. Tenía dos extremidades superiores, para manipular las cosas, y dos extremidades inferiores, que también servían para eso, para apoyarse o desplazarse. También podía desplazarse haciendo uso de otras partes. Esa cosa que brotó de mí parecía ser algo luminosa, pero también translúcida. Cualquiera pensaría que se trataba de una aparición. Estas características harían pensar que hablo de un fantasma, mas eso dista mucho de aquello.

La presencia se movía sobre el tronco en una forma que resultaría imposible para una persona. Esta se aferraba a él aunque, aparentemente, no había modo alguno en que esto pudiera ser logrado. Se asió de las ramas, cortó las manzanas y las iba colocando sobre el suelo, sin arrojarlas. Era demasiado increíble eso. Pronto intenté hacer otra cosa. Busqué toda la concentración posible. Otra presencia había surgido de mí. La moví hacia otro árbol para que también bajara las manzanas. Por alguna razón intentaba hacer que estas dos entidades se comunicaran. Lo único que podía hacer yo era que estas cooperaran, mas no que hubiera un auténtico intercambio de información entre ellas. ¿Cómo es esto? Hacía que una de esas entidades llevara hasta cierto punto en donde estaba la otra entidad, luego le pedía que soltara la manzana y rápidamente que el otro ser la tomara. Las dos tenían cierta conciencia. Después noté que no podían verse la una a la otra. Me di cuenta que eran formas proyectadas que trascendían más allá de simples poderes mentales, pues podía hacer que estas existieran.

Estas presencias, como dije antes, no podían verse entre ellas. Pensé en algo. Usé dos viejas máquinas de escribir. Cada una de ellas escribía algo. Estos textos podían ser vistos por ambas entidades. Era la forma en la que podía hacer que se comunicaran. Es un poco frustrante, hoy en día, que no pueda controlar correctamente mi pensamiento. Siempre que despierto destruyo el reloj despertador. Mi mente saliendo del estado de sueño pide que el sonido molesto de la alarma termine, y es así como, inconscientemente, de mí salen estos seres para callarlo.

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sábado, 21 de diciembre de 2013

El espíritu de lo increado - El escenario que resulte victorioso

Estaba un pequeño ser hermafrodita sentado, contemplando el cielo. Se encontraba este sobre los campos luminosos de Vaavab. El viento agitaba las pequeñas varillas eléctricas que estaban transmitiendo electricidad en forma inalámbrica. Frente a él había dos vasijas pequeñas: una permitía enviar partículas, y otra recibía. Tomó una de ellas y colocó unas esferas de carbono. De la otra vasija apareció un cubo rojo. Se trataba de un binigrama. Lo sacó el cubo y lo colocó enfrente de él. Lo activó mediante su actividad cerebral. Este objeto se desintegró y una parte del suelo cambió el color de su resplandor. Se formó un rostro que comenzó a enviar impulsos eléctricos al espectador hermafrodita.

—Señorito, yo estoy un poco inquieto en este lugar. En mi lugar, que es tu lugar también, yo he conocido lo que ha de suceder. —El binigrama cambiaba sus luces en forma lenta.
—Yo quiero saber qué es lo que va a pasar. ¿Tú puedes decírmelo?
Seguro, yo te diré a ti lo que pasará. El multiverso está muriendo en estos momentos.
—¡Pero cómo es que pasa eso? ¿¡Por qué?!
Amigo, mío, tú debes calmarte, pues tus ondas cerebrales no son del todo cómodas de presenciar.
—Yo lo siento. Yo debo decir que no esperaba que eso ocurriera. ¿Podrías tú explicarme qué es lo que ocurre? —Las luces del cuerpo del hermafrodita se volvieron de color amarillo.
 —Claro, señorito. Labor mía es el tener que proteger. En los últimos momentos los universos más fríos cesaron su existencia, y este cese seguirá con todos los demás hasta acercarse hacia el universo 0. Ellos nos han confirmado que, efectivamente, está siendo destruido nuestro multiverso. Descubierto, yo he, que ellos están buscando hacerse con el multiverso.
 —¿Ellos? —preguntaba mientras mostraba una transición de luz amarilla a una de color azul.
—Yo leí a la Primigenia. Descubrí yo, gracias a ella y a su inteligencia colectiva, sobre lo que pasó y lo que pasará. Deber nuestro es el mantener una lectura sobre la Primigenia. Reveladas fueron cosas terribles. El de los universos fríos, ese quiere modificar el multiverso para lograr un caos inimaginable. Los que están en muchos universos, esos desean usar a la Primigenia para ejercer el control absoluto de la creación, a través de la ignorancia y las mentiras. El idealista, él construye un milagro para asegurar la perpetuidad del multiverso. La visionaria, ella desea lograr la transparencia y la empatía en lo creado.
—¿Y qué es lo que sucederá?
—Que todos ellos planean expulsar a los habitantes de lo increado hacia algún otro lugar. Sabemos que hace tiempo, los de los universos fríos, mandaron a los no creados a algún lugar. Estos de los universos fríos el mal trajeron. No fue sino gracias a la Primigenia que cesó el caos terrible. Error imperdonable fue el de ellos el haber liberado a los no creados y haberles permitido seguir habitando lo no creado. Yo no tengo certeza sobre cuál será el escenario que nos espera.

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viernes, 13 de diciembre de 2013

La unión con el deseo

El tiempo, aquello que no existe y que, a pesar de ello, buscamos. La perfecta comunión de las emociones conecta al hombre con el entendimiento. El hombre, sin embargo, ha perdido esta capacidad de mantener la razón y su sentir. La ha perdido debido a su deseo de detener lo que no existe. Anhela más de lo que puede entender, o de lo que podrá. El final de la búsqueda conducirá al hombre a la locura. Jamás logrará recuperar lo inexistente. El panorama más cercano descrito sería el siguiente: La frustración teñirá, de aquello que no es perceptible, el espacio; caminando se encontrará sin rumbo alguno; las voces cesarán y el deseo se habrá ido; la confusión será el estado perpetuo.

En el final de los tiempos nacerá la más cruel de las desesperanzas. La locura sólo será la antesala al verdadero mal. Todos se rendirán y aceptarán su destino fatal. No habrá más razones para la soberbia adoración propia, ni jactancia por la falsa omnipotencia que el saber le dio al hombre. Contemplará el desorden más hermoso. Su espíritu se quebrantará inmediatamente, siendo después este desechado y olvidado. Reinará en los últimos instantes la indiferencia del universo hacia el hombre. La mofa más grande será silenciosa, y la recibirá este último. Recibirá el mayor de los castigos el pedante: ver en la lejanía su cometido incumplido.

El hombre comenzará a creer en lo absurdo. Se aferrará a todo aquello que repudió. Erigirá un monumento a la vergüenza. Caminará lentamente y mirará hacia el cielo oscuro. Las lágrimas no podrán salir de sus ojos. En su mente se proyectarán las más terribles visiones. Conocerá el origen de todos los miedos. Ahí se arrodillará y pedirá perdón, desde lo invisible hasta a lo oculto en el corazón. Amará pero no sinceramente, pues su amor sólo será una prueba del miedo a su desaparición, de la concoja y de su hipocresía. Todo lo que el hombre entronizó será quemado. Perecerá todo en la más deliciosa disonancia.

La existencia se tornará helada. Todo perderá su fuerza. Nada podrá hacerse. Nada podrá recuperarse. El hombre caerá abatido sobre el fango donde lentamente será tragado. Se terminarán las diferencias y lo justo llegará. En el fin alguien se levantará; con el más auténtico amor abrazará. Habrá conocido lo más íntimo. Aquel que fue descartado revelará lo más increíble. Unirá a sus hermanos y logrará la paz en los momentos más difíciles. Todos esperarán el momento en que se corte el balance entre lo natural y lo trascendental. Lo que está más allá se sobrepondrá y el triunfo será celebrado. Las nimiedades se diluirán. La imagen se desdibujará, indicando así el cierre de lo creado. El final es inevitable.

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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una serie de sueños y pesadillas - Parte II

Mi compañera, la que me había salvado, se fue con la niña, Zania. Salieron por la tercera puerta de la casa, la que aún no había usado yo. Momentos después decidí salir, al igual que ellas, por esa puerta la cual me llevaría a un lugar inexplorado. Al salir de la casa, por ese acceso, me di cuenta que me encontraba en un túnel. Este tunel tenía más puertas a lo largo. Me di cuenta que aquello era un tipo de hotel, sí, uno, cuyo tunel, conducía hacia la calle, y que las puertas eran las salidas traseras de los cuartos, por donde entraba el personal de mantenimiento y demás, y por donde podían salir, si querían, los huéspedes. Ese tunel estaba bajo una colina. Era un hotel, sí, aunque debo decir que el cuarto, del señor que me había recibido antes, se veía más como una casa, más hogareño. Esto me hizo pensar en que, tal vez, el señor era el dueño del hotel o que había pagado para vivir ahí.

Seguí caminando por el tunel. Llegué hasta la salida trasera del hotel, y asomé mi cabeza hacia la calle. Me veía yo sobre una acera. Enfrente de mí, cruzando la calle, estaba un centro comercial. Me recordó a un centro comercial que está cerca de mi casa, pero parecía que aquello era una parte nueva de este, o una parte remodelada, en donde aún seguían los trabajos. Pude ver un supermercado, uno muy conocido. Esto es raro, pues en la vida real está el centro comercial, este mismo supermercado y, cruzando la calle, está un hotel. Prosigo. Afuera del hotel encontré a mi amiga y a la niña. Todos vimos que una mujer había entrado al tunel.

Mi amiga se asustó mucho. Me dijo: "No puede ser, es ella. Va hacia la casa y puede que le haga algo". A lo que yo le respondí: "Ella trabaja aquí, ¿no?". Ella me había dejado en claro que no trabajaba en el hotel. Confirmado esto, decidí lanzarme a la aventura. Comencé la marcha y me dirigí hacia ella. Rápidamente fui por el tunel hacia aquel cuarto de donde había salido yo. Entré, y me di cuenta que todo estaba en llamas. Avancé unos dos pasos más; apareció ante mí una mujer que se me abalanzó. Creo que era la misma de la cual me habían salvado antes, no recuerdo bien esto. Ella quería matarme. No había nadie cerca para ayudarme. Esta mujer tenía un tenedor en la mano con el cual quería matarme. Yo gritaba por auxilio, pero nadie respondía al llamado.

La mujer casi me mataba. La sostuve, del brazo que tenía el tenedor, con mucha fuerza. Ella estaba sentada sobre mí. Con la otra mano abrí la puerta, que no sé en qué momento se cerró. Saqué una pierna por ahí, para evitar que esta se cerrara de nuevo, aparte de que quería que alguien me viera desde afuera y para que mis gritos fueran más efectivos. Nadie pasaba cerca del lugar. Estaba demasiado desesperado. Finalmente apareció el señor, el que habitaba la casa esa, sí, el mismo con quien había platicado antes. El me decía: "Espérate, no pasa nada"; lo hacía con un tipo de tono burlón. Yo me enojé, y dije en mis adentros: "Sácame ya, hijo de puta". Pasaron unos instantes, yo ya no estaba en el peligro. La casa ya no estaba en llamas. Todo se veía justo como antes del incendio. Por fin me había aliviado por no estar en el peligro anterior. 

El final fue raro. El hombre me invitó a comer algo así como huevos estrellados. Encima les puse rebanadas de queso amarillo, y estas rebanadas estaban condimentadas, algo así como un agregado picante, o un buen condimento. Yo les había puesto dos rebanadas a los huevos. Comí, y todo ello me supo muy bien. Este hombre me había compensado por el mal rato que pasé con la mujer que quería matarme con el tenedor. Él me había salvado, aunque no sé exactamente cómo.

Y bueno, con esto llegamos al final de todo. Soñé demasiado para una sola noche. Espero que les haya gustado. Saludos.

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