sábado, 21 de diciembre de 2013

El espíritu de lo increado - El escenario que resulte victorioso

Estaba un pequeño ser hermafrodita sentado, contemplando el cielo. Se encontraba este sobre los campos luminosos de Vaavab. El viento agitaba las pequeñas varillas eléctricas que estaban transmitiendo electricidad en forma inalámbrica. Frente a él había dos vasijas pequeñas: una permitía enviar partículas, y otra recibía. Tomó una de ellas y colocó unas esferas de carbono. De la otra vasija apareció un cubo rojo. Se trataba de un binigrama. Lo sacó el cubo y lo colocó enfrente de él. Lo activó mediante su actividad cerebral. Este objeto se desintegró y una parte del suelo cambió el color de su resplandor. Se formó un rostro que comenzó a enviar impulsos eléctricos al espectador hermafrodita.

—Señorito, yo estoy un poco inquieto en este lugar. En mi lugar, que es tu lugar también, yo he conocido lo que ha de suceder. —El binigrama cambiaba sus luces en forma lenta.
—Yo quiero saber qué es lo que va a pasar. ¿Tú puedes decírmelo?
Seguro, yo te diré a ti lo que pasará. El multiverso está muriendo en estos momentos.
—¡Pero cómo es que pasa eso? ¿¡Por qué?!
Amigo, mío, tú debes calmarte, pues tus ondas cerebrales no son del todo cómodas de presenciar.
—Yo lo siento. Yo debo decir que no esperaba que eso ocurriera. ¿Podrías tú explicarme qué es lo que ocurre? —Las luces del cuerpo del hermafrodita se volvieron de color amarillo.
 —Claro, señorito. Labor mía es el tener que proteger. En los últimos momentos los universos más fríos cesaron su existencia, y este cese seguirá con todos los demás hasta acercarse hacia el universo 0. Ellos nos han confirmado que, efectivamente, está siendo destruido nuestro multiverso. Descubierto, yo he, que ellos están buscando hacerse con el multiverso.
 —¿Ellos? —preguntaba mientras mostraba una transición de luz amarilla a una de color azul.
—Yo leí a la Primigenia. Descubrí yo, gracias a ella y a su inteligencia colectiva, sobre lo que pasó y lo que pasará. Deber nuestro es el mantener una lectura sobre la Primigenia. Reveladas fueron cosas terribles. El de los universos fríos, ese quiere modificar el multiverso para lograr un caos inimaginable. Los que están en muchos universos, esos desean usar a la Primigenia para ejercer el control absoluto de la creación, a través de la ignorancia y las mentiras. El idealista, él construye un milagro para asegurar la perpetuidad del multiverso. La visionaria, ella desea lograr la transparencia y la empatía en lo creado.
—¿Y qué es lo que sucederá?
—Que todos ellos planean expulsar a los habitantes de lo increado hacia algún otro lugar. Sabemos que hace tiempo, los de los universos fríos, mandaron a los no creados a algún lugar. Estos de los universos fríos el mal trajeron. No fue sino gracias a la Primigenia que cesó el caos terrible. Error imperdonable fue el de ellos el haber liberado a los no creados y haberles permitido seguir habitando lo no creado. Yo no tengo certeza sobre cuál será el escenario que nos espera.

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viernes, 13 de diciembre de 2013

La unión con el deseo

El tiempo, aquello que no existe y que, a pesar de ello, buscamos. La perfecta comunión de las emociones conecta al hombre con el entendimiento. El hombre, sin embargo, ha perdido esta capacidad de mantener la razón y su sentir. La ha perdido debido a su deseo de detener lo que no existe. Anhela más de lo que puede entender, o de lo que podrá. El final de la búsqueda conducirá al hombre a la locura. Jamás logrará recuperar lo inexistente. El panorama más cercano descrito sería el siguiente: La frustración teñirá, de aquello que no es perceptible, el espacio; caminando se encontrará sin rumbo alguno; las voces cesarán y el deseo se habrá ido; la confusión será el estado perpetuo.

En el final de los tiempos nacerá la más cruel de las desesperanzas. La locura sólo será la antesala al verdadero mal. Todos se rendirán y aceptarán su destino fatal. No habrá más razones para la soberbia adoración propia, ni jactancia por la falsa omnipotencia que el saber le dio al hombre. Contemplará el desorden más hermoso. Su espíritu se quebrantará inmediatamente, siendo después este desechado y olvidado. Reinará en los últimos instantes la indiferencia del universo hacia el hombre. La mofa más grande será silenciosa, y la recibirá este último. Recibirá el mayor de los castigos el pedante: ver en la lejanía su cometido incumplido.

El hombre comenzará a creer en lo absurdo. Se aferrará a todo aquello que repudió. Erigirá un monumento a la vergüenza. Caminará lentamente y mirará hacia el cielo oscuro. Las lágrimas no podrán salir de sus ojos. En su mente se proyectarán las más terribles visiones. Conocerá el origen de todos los miedos. Ahí se arrodillará y pedirá perdón, desde lo invisible hasta a lo oculto en el corazón. Amará pero no sinceramente, pues su amor sólo será una prueba del miedo a su desaparición, de la concoja y de su hipocresía. Todo lo que el hombre entronizó será quemado. Perecerá todo en la más deliciosa disonancia.

La existencia se tornará helada. Todo perderá su fuerza. Nada podrá hacerse. Nada podrá recuperarse. El hombre caerá abatido sobre el fango donde lentamente será tragado. Se terminarán las diferencias y lo justo llegará. En el fin alguien se levantará; con el más auténtico amor abrazará. Habrá conocido lo más íntimo. Aquel que fue descartado revelará lo más increíble. Unirá a sus hermanos y logrará la paz en los momentos más difíciles. Todos esperarán el momento en que se corte el balance entre lo natural y lo trascendental. Lo que está más allá se sobrepondrá y el triunfo será celebrado. Las nimiedades se diluirán. La imagen se desdibujará, indicando así el cierre de lo creado. El final es inevitable.

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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una serie de sueños y pesadillas - Parte II

Mi compañera, la que me había salvado, se fue con la niña, Zania. Salieron por la tercera puerta de la casa, la que aún no había usado yo. Momentos después decidí salir, al igual que ellas, por esa puerta la cual me llevaría a un lugar inexplorado. Al salir de la casa, por ese acceso, me di cuenta que me encontraba en un túnel. Este tunel tenía más puertas a lo largo. Me di cuenta que aquello era un tipo de hotel, sí, uno, cuyo tunel, conducía hacia la calle, y que las puertas eran las salidas traseras de los cuartos, por donde entraba el personal de mantenimiento y demás, y por donde podían salir, si querían, los huéspedes. Ese tunel estaba bajo una colina. Era un hotel, sí, aunque debo decir que el cuarto, del señor que me había recibido antes, se veía más como una casa, más hogareño. Esto me hizo pensar en que, tal vez, el señor era el dueño del hotel o que había pagado para vivir ahí.

Seguí caminando por el tunel. Llegué hasta la salida trasera del hotel, y asomé mi cabeza hacia la calle. Me veía yo sobre una acera. Enfrente de mí, cruzando la calle, estaba un centro comercial. Me recordó a un centro comercial que está cerca de mi casa, pero parecía que aquello era una parte nueva de este, o una parte remodelada, en donde aún seguían los trabajos. Pude ver un supermercado, uno muy conocido. Esto es raro, pues en la vida real está el centro comercial, este mismo supermercado y, cruzando la calle, está un hotel. Prosigo. Afuera del hotel encontré a mi amiga y a la niña. Todos vimos que una mujer había entrado al tunel.

Mi amiga se asustó mucho. Me dijo: "No puede ser, es ella. Va hacia la casa y puede que le haga algo". A lo que yo le respondí: "Ella trabaja aquí, ¿no?". Ella me había dejado en claro que no trabajaba en el hotel. Confirmado esto, decidí lanzarme a la aventura. Comencé la marcha y me dirigí hacia ella. Rápidamente fui por el tunel hacia aquel cuarto de donde había salido yo. Entré, y me di cuenta que todo estaba en llamas. Avancé unos dos pasos más; apareció ante mí una mujer que se me abalanzó. Creo que era la misma de la cual me habían salvado antes, no recuerdo bien esto. Ella quería matarme. No había nadie cerca para ayudarme. Esta mujer tenía un tenedor en la mano con el cual quería matarme. Yo gritaba por auxilio, pero nadie respondía al llamado.

La mujer casi me mataba. La sostuve, del brazo que tenía el tenedor, con mucha fuerza. Ella estaba sentada sobre mí. Con la otra mano abrí la puerta, que no sé en qué momento se cerró. Saqué una pierna por ahí, para evitar que esta se cerrara de nuevo, aparte de que quería que alguien me viera desde afuera y para que mis gritos fueran más efectivos. Nadie pasaba cerca del lugar. Estaba demasiado desesperado. Finalmente apareció el señor, el que habitaba la casa esa, sí, el mismo con quien había platicado antes. El me decía: "Espérate, no pasa nada"; lo hacía con un tipo de tono burlón. Yo me enojé, y dije en mis adentros: "Sácame ya, hijo de puta". Pasaron unos instantes, yo ya no estaba en el peligro. La casa ya no estaba en llamas. Todo se veía justo como antes del incendio. Por fin me había aliviado por no estar en el peligro anterior. 

El final fue raro. El hombre me invitó a comer algo así como huevos estrellados. Encima les puse rebanadas de queso amarillo, y estas rebanadas estaban condimentadas, algo así como un agregado picante, o un buen condimento. Yo les había puesto dos rebanadas a los huevos. Comí, y todo ello me supo muy bien. Este hombre me había compensado por el mal rato que pasé con la mujer que quería matarme con el tenedor. Él me había salvado, aunque no sé exactamente cómo.

Y bueno, con esto llegamos al final de todo. Soñé demasiado para una sola noche. Espero que les haya gustado. Saludos.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Una serie de sueños y pesadillas

Oh, sí, en este escrito puedo asegurar lo épico. Tuve dos rondas de descanso, en las cuales tuve sueños y pesadillas, en ambas. La primera ronda fue un tanto extraña. Soñé que estaba caminando sobre una calle conocida de mi ciudad, pero no una calle en la parte central de la ciudad, sino una de esas calles en donde hay solamente casitas, no edificios habitacionales ni de comercio, y donde casi reina la tranquilidad. Pues bien, entré a algo así como una oficina improvisada dentro de una casa. Ahí dentro encontré a una mujer. Me estaba mostrando unos teléfonos celulares. Me dijo que me los daría a cambio de algo, bueno, un favor de tipo sexual. Fue realmente bizarro eso, y que por suerte desperté de ese sueño, pues la mujer era más horrible que mirar la puerta del infierno, mientras se carga una losa, y con demonios dando latigazos en las piernas.

La segunda ronda, de sueños y pesadillas, fue la más interesante y compleja. Soñé que estaba con una muchacha, aunque no recuerdo mucho de su aspecto, tan sólo una chica alta, con cabello castaño oscuro y una tez dorada. Ella y yo estábamos cazando algo, al parecer zombies, ¿o quizás otra clase de monstruos? En fin. Llevábamos muchas armas: escopetas, armas cortas, rifles, granadas, navajas y más cosas por ahí guardadas. Yo estaba con ella en un tipo de complejo industrial abandonado. Teníamos una misión, no recuerdo exactamente cuál era. Nos topamos con un contenedor metálico. Ese contenedor tenía puertas laterales. Este estaba cerrado. Algo por dentro estaba golpeándolo.

Yo me estaba acercando a ese contenedor, a la vez que pensaba: "No, seguramente hay un zombie ahí adentro, o algún monstruo extraño. Primero voy a guardar el juego". Sí, dije eso como si se tratara de un videojuego. Mi compañera y yo éramos los protagonistas. Fuimos a "guardar" los datos a un edificio cercano, como a unos diez metros de ese contenedor. En ese edificio había una pared que tenía ventanas muy grandes, aunque parecían muy resistentes los vidrios. Se podía ver el reverso del contenedor desde esas ventanas. Y bueno, el contenedor seguía trepidando. La cosa que estuviera ahí se estaba poniendo más loca. Después ya habíamos "guardado" los datos del juego.

Ahora era el momento de actuar. Le dije a mi compañera: "No, mejor no hay que ir hacia donde está el contenedor, mejor vayamos por esta puerta". Sí, era una puerta que estaba cerca de nosotros, que daba a otro cuarto del edificio. Y ella accedió a hacerlo así. Abrí la puerta entonces, y ahí me di cuenta de que había tomado una mala decisión, pues aquello era una trampa. De ahí dentro salió una mujer con aspecto de harpía, o de un espectro, algo raro. Ella se abalanzó sobre mí; quería matarme. Mi compañera me ayudó, aunque no supe exactamente cómo lo había hecho. Pudo ser que le haya asestado un golpe, o algo parecido. Gracias a esa acción la harpía había salido huyendo.

Pasé finalmente por la puerta. Mi compañera había ido a otro lado. Yo entré y vi que aquello era una casa, en donde me recibió un señor con el cual platiqué. El señor era de mediana edad, algo gordo y calvo. No sé qué relación exacta yo tenía con él. Después llego una señora, que pienso que era su esposa. Jamás se dijo, en el sueño, que lo fuera, pero eso es lo que creo yo. Ella se unió a la conversación y seguimos hablando por un rato más. Momentos después ellos salieron, pero no por la puerta por la cual yo había llegado. Había tres puertas que daban a lugares distintos. Yo tomé otra diferente, la cual me condujo a la calle. Me tope con algún felino, aunque puedo decir que era un puma. Esa cosa quería comerme, así que para evitar eso yo lo tomé del hocico y se lo mantuve cerrado.

Yo, con algo de miedo, llevé al puma arrastrando sin soltarle el hocico. Después me topé con un perro, sí, es uno que de hecho tengo en la vida real. Me empezó a molestar mi perro, sí, me andaba mordiendo mi pierna y otras partes de mi cuerpo. Así que, con mi otra mano, lo tomé también del hocico. Me dio risa el hecho de que mi perro anduviera de molesto. Llevé a los dos animales tomados por el hocico. A mi perro lo dejé en un lote valdío, aunque había mucho pasto seco. De hecho esa parte, en donde estaba yo, parecía una sabana. El cielo se veía de color aguamarina. Había una luna enorme de color azul. Y sí, mi perrito se quedó ahí en ese valdío. En este lugar había más animales, buscando comida en el suelo. Había zorros, gatos y otros perros. Al puma lo solté más lejos de ahí. Primero lo había querido dejar ahí con los demás animales, pero no pude, por el miedo a que este se los comiera. Lo dejé muy lejos, donde no supusiera algún peligro, ni para ellos, ni para mí.

Posteriormente, dejé el lugar y regresé por la puerta por la cual había salido. Llegué nuevamente a la casa donde encontré al señor y a la mujer. Ellos aun no habían llegado a casa. Ahí dentro estaba una niña muy hermosa. Ella me quería mucho, y no sé por qué razón. Había dos cuadros, uno con la niña, y el otro con una fotografía de su mamá. Ambos cuadros tenían, al pie de la foto, el nombre de cada persona. La niña se llamaba igual que su madre, sin embargo no recuerdo cuál era el nombre. Siento que era algo así como Zania, o no recuerdo del todo. Quizás mi mente rara lo creó a partir de los fragmentos que recordaba del nombre. La niña estaba en el baño, duchándose. Poco después llego mi compañera, sí, la que me había salvado de la mujer con aspecto de harpía. La saludé. Había entrado ella por la primera puerta, la que usé para entrar por primera vez a la casa. Ella se quedó platicando con Zania, la niña. Yo me quedé pensando en otras cosas, como en si el puma volvería a atacarme, y también recordé lo de la mujer o harpía, esa de antes. Después salí de esas cavilaciones.

Y esto fue lo que soñé, aunque esto aún no ha terminado. Continuaré con esto después. Sí, es la serie de sueños y pesadillas más larga que he recordado. Espero que les haya gustado esta primera parte. Saludos, amigos.

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sábado, 30 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - Visita

Los viajeros ya habían llegado en donde Vania estaba. Ella estaba sentada en su sala, comiendo algunos bocadillos. Aquellos tocaron a su puerta. Ella abrió y les invitó a pasar. Vannigram presentó a su compañera con Vania. Vania les ofreció de beber y de comer. Vannigram rechazó cortesmente los alimentos que ella le ofrecía; Lidie aceptó y agradeció por ello. Vania estaba un poco nerviosa debido a los problemas que habían ocurrido, y que ella no conocía, no hasta hace un par de días. Todos estaban acomodándose ahora alrededor de la mesa. Vannigram, con un aire de solemnidad, comenzó la conversación en ese lugar.

—No hay necesidad de mentir de ahora en adelante. Mi nombre real es Vannigram. Necesitamos de usted. Usted estuvo en un gran peligro, como ya le he explicado antes, debido a que alguien peligroso quería hacerse con usted. Este ser es conocido como transportador, y puede alterar la estructura de las cosas. Usted es alguien a quien nosotros conocemos como Quintaesencia. Días atrás yo le había comentado el porqué de los cambios percibidos a su alrededor gracias a usted, pero no porque modificara las cosas, como lo hace el transportador. Verá, usted tiene la capacidad de desplazarse entre universos, bajo ciertas condiciones, y a un lugar conocido como increación. Esta es la razón por la cual el transportador la quería. También he de decir que este lugar del que hablo, la increación, está constituida por inmateria.
—Increíble, ¡y qué mentiroso es usted! ¿E inmateria? —preguntaba Vania mientras su entrecejo se fruncía.
—Así es. Nuestro multiverso, o la totalidad de universos en coexistencia, posee partículas que se comportan de distintas formas, aquellas que constituyen nuestra realidad física. Pero en la increación, las partículas de inmateria son totalmente diferentes. Una sola partícula puede ser usada para crear cualquier cosa, no importando las dimensiones de aquella, adquiriendo una infinidad de propiedades.
—Y, ¿usted qué me intenta decir? ¿Aquel que intentó atacarme quería la inmateria? ¿O no es acaso que ustedes la quieren?
—No, ni él ni nosotros la queremos. Nosotros lo que necesitamos es que se dirija hacia la increación para expulsar a los seres que viven ahí, es decir, a los increados. Se nos ha informado que el multiverso está siendo destruido, poco a poco, debido a ellos.
—¿Y cómo se supone que voy a hacer algo así? ¿Y cómo es que yo puedo moverme entre universos?
—Todas estas dudas serán despejadas. Necesitamos permanecer con usted. Usted debe de estar versada en el uso de sus habilidades. No tenemos mucho tiempo. Este universo está por morir, además de que un ser, conocido como metaser, está dirigiéndose hacia la increación. Este ser es muy peligroso, tanto como el transportador.

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jueves, 28 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - Una alternativa

Había sido un total fracaso el control de la Quintaesencia. Markem lanzó su ira hacia algunas lejanas estrellas. Deshizo la integración de aquel tejido cerebral que estaba conectado a su cabeza. Después realizó otras modificaciones, pero para cambiar su estado anímico. Realizó las configuraciones adecuadas, y la calma pronto se presentó.

—Señor, disculpe, ¿podría sugerirle algo? —Se acercó hacia su interlocutor y aumentó el volumen de su voz sintética—. No es necesaria la Quintaesencia después de todo.
—¿A qué te refieres? Me estás intentando decir que...
—Sí, un metaser. Me he informado de los saltos que ha hecho uno de ellos, en forma consecutiva, desde los universos más lejanos, y que está dirigiéndose al universo 0. He visto 
esto gracias a que me introduje en las bases de datos del sistema interuniversal de Vita.
—Ya veo. ¿Y dónde está ese metaser?
En este instante... Ahora está en 653+11K+723G, luego en 122+4K+723G, enseguida en 491+997K+999M+722G...
—Está muy lejos de mi alcance de percepción de partículas. Son saltos realmente rápidos los que realiza a cada segundo esa entidad. Aprovechemos para realizar las ecuaciones necesarias y preparar las partículas para cuando aquel pase por este universo. Todo tiene que salir con la mayor precisión. Te encomendaré varias tareas que requerirán de toda tu atención.
¿En qué puedo ayudarle, señor? —decía con un tono que había pasado de un agudo hacia un grave.
Seguirás dentro de las bases de datos y estarás al pendiente del avance del metaser. Harás ecuaciones usando los datos de los saltos de esa entidad y me mostrarás el posible progreso futuro. Me deberás avisar cuando el metaser esté por acercarse a mi alcance de percepción. Asimismo te encargarás de analizar en qué punto del universo aparecerá. Yo prepararé las partículas para la modificación para cuando el momento se aproxime, luego las llevaré hacia donde vaya a aparecer el metaser. Es mejor realizar la modificación desde este mismo universo ya que, como habrás visto antes, es más complicado hacer cálculos para cuando se trata de un universo cercano, y que puede ser afectado por cambios, al universo a modificar.
—De acuerdo, señor, pero quisiera también informarle otra cosa.
—¿Qué ocurre? —Miraba al servograma con fijeza.
—Señor, el multiverso está desapareciendo. Los datos de los universos más lejanos, que usaban este sistema interuniversal, se han interrumpido, y así siguen desapareciendo rápidamente, hasta alcanzar a futuro, como es de esperarse, al universo 0.
Markem se quedó pasmado. Permaneció así por unos momentos hasta que, gracias a la intervención de Serma, este pudo salir de ese estado. Ambos se pusieron a trabajar con ecuaciones y con partículas. Estaba claro que el tiempo no era algo que pudiera desperdiciarse. El fin estaba confirmado.

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martes, 26 de noviembre de 2013

El conocimiento oculto

Los deseos son simples preguntas que el cuerpo no encontrará. En la cavidad del alma yace la respuesta. El futuro y el pasado se unen y forman una realidad, la presente. El corazón es la llave y puerta que conducen hacia lo intangible. Los sueños son la manifestación inevitable de aquel lugar. La desesperación y el odio son la manera más fácil de negar la realidad de lo que está más allá: la trascendencia y el eterno secreto.

La llave la constituye el insustituible anhelo de lo desconocido. Es menester procurar que la curiosidad y la voluntad sean cosas totalmente aisladas. La cerradura es la iniciación, el proceso hacia lo magnánimo y lo que el corazón niega. La llave y la cerradura mantienen la pureza del ser. La apertura y el cierre del espíritu es el ciclo eterno, y ninguna de las etapas puede ser evitada. El corazón ordena al pensamiento insondable y necio; el cuerpo se aferra a la opinión del espíritu. La belleza de lo oculto duerme, se revela para después hundirse en el tiempo, permanece insomne y, finalmente, cede ante otro letargo.

La recompensa la constituye el saber de lo lejano. La paciencia es la victoria y el acceso a la puerta de lo antinatural. La más sublime representación del ser está tras las cortinas de lo no concebido. La luz ciega al buscador de la verdad. La oscuridad permite que el interesado se pierda en la mentira. La respuesta yace en el grisáceo contenedor de lo etéreo, de la justa duda y del conocimiento auténtico. La neutralidad concede y deniega, pues es intermediario entre el pensamiento y el acto.

Lo exacto, los límites y lo tolerable, eso es lo deseable, la esencia de todo lo que fue y de lo que está por llegar. El pasado es el conducto hacia el recuerdo inútil. El futuro es el medio hacia la imaginación fútil. El presente es el código que rige lo que es necesario. El acceso se encuentra en los extremos opuestos. El punto medio es la clave para la obtención de la realidad y lo que está más allá del alcance de esta.

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lunes, 25 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - Multiverso

Bassil estaba en la sala de conferencias junto con su compañera, Alexia Fander. Estaban revisando algunos documentos que, en efecto, confirmaban la desaparición de señales desde otros universos. No podía ser posible que los sistemas dejaran de funcionar, por obra de alguien, ordenadamente, desde los universos más lejanos comunicados, y acercándose al universo primigenio, o el 0.

—Mira, como te dije antes, algo está destruyendo poco a poco el multiverso. —Señalaba Alexia algunos datos de unas hojas electrónicas.
—Sí. Vaya egoísmo de aquellos increados.
—Esto puede evitarse, pero todo a su tiempo. —Dirigíase esta hacia un estante con algunos alimentos.
—Pero, ¿y creer que este puede ser el fin? Nuestro multiverso está hecho de un poco de inmateria. Ellos tienen una cantidad infinita. ¿Al menos no pueden dejar intacta esta creación? Seguro debió costar gran trabajo programarla, y aun así piensan deshacerla.
—Es la curiosidad, como tú dijiste. Nosotros, seres creados, alguna vez hemos destruido cosas sólo para ver cómo luce eso, o para ver qué pasa después. Nosotros, a diferencia de ellos, hemos podido establecer límites respecto a eso, aunque después de ver las consecuencias de dichos actos. Los increados, por otro lado, no tienen esa capacidad. Seguirán haciendo y deshaciendo, así, por la eternidad. Otro multiverso u otro tipo de creación puede tener lugar, o quizás ya lo tiene, o lo tuvo.
—Sí. ¿Qué será de este multiverso? También tienes a un transportador que por poco lograba llegar a este universo. ¡Cuán peligroso hubiera sido eso! También está el metaser del que fuimos informados recientemente por el sistema interuniversal. Ya todos sabemos que algunos metaseres viajaron hacia la increación hace muchísimo tiempo. Hicieron de esta creación un caos aunque, gracias a otra Quintaesencia, todo se reestableció.
—Es difícil saberlo. —Se servía ella una taza de elíxir selenita.
—Todo, todo es raro. Hace tiempo este metaser emprendió su viaje, sin que pudiera hacerse algo al respecto. Hace poco se conoció de la existencia de una Quintaesencia. Hace casi nada un transportador casi la alcanzaba. Y ahora todo está muriendo por los increados. ¿Existe aquello a lo que llaman casualidad, o todo está predestinado?
—¿Por qué no habría de pasar todo al mismo tiempo? El multiverso lleva muchísimo tiempo existiendo. Las coincidencias pueden tener lugar. Ya era hora de que algo así ocurriera —decía esto mientras veía con gran atención el semblante de su interlocutor.
Todo esto me hace preguntarme demasiadas cosas. ¿Cuál es el fin de la creación? ¿Por qué existe la increación? ¿Habrá más existencias de otros tipos?
—Tú, ni nadie más, lo sabrá. ¿Acaso debe haber algún motivo? ¿No pueden simplemente existir sin tratar de ser justificadas o explicadas? Nosotros tan sólo estamos aquí, y aspiramos a mejores cosas.

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viernes, 22 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - El aspirante a dueño del multiverso

Markem Svassiato estaba sentado contemplando las dos lunas que decoraban el cielo diurno. Se sentía demasiado frustrado por su intento fallido para hacerse de aquella entidad. Su frustración se tornó en ira. Este desgarró lentamente el cielo planetario, causó un gran cráter sobre uno de los satélites naturales, destruyó varias montañas y causó la explosión de una estrella ubicada a unos cien pársecs de ese planeta. Se quedó pensando: "¿Cómo es que demoré tanto en las configuraciones adecuadas de las partículas? Si tan sólo lo hubiera hecho más rápido, ahora mismo tendría a la Quintaesencia". Pasó un rato, luego se apareció ante él un servograma.

—Señor, ¿necesita algo? La computadora muestra anomalías en su sistema nervioso. —El servograma se había puesto en estado de espera.
—No, gracias. Ahora mismo modifico mi cuerpo. —Realizó algunos gestos extraños y repentinamente cambió su parecer—. Necesitaba sacar parte de la ira del modo antiguo, pero ahora terminé completamente.
—Lo detecto, señor. Por cierto, traje los libros para que los asimile.
—Muchas gracias. —Realizó algunos movimientos de manos, al tiempo que partículas se integraban al proyector del servograma.—¿Quiere que lea?
—Sí, ¿por qué no? —decía con cierta alegría—. Permíteme hacer un lugar en el cual reposar.
—Disculpe, ¿puedo preguntar algo antes? —Parecía que, en ese servograma, existía cierta empatía.
—Adelante. ¿Qué quieres saber, Serma?
—Señor, usted realizó modificaciones en ese hombre de la escena, ¿verdad?
—Sí. Su estructura me dio a entender que era un acompañante de la Quintaesencia. No pude contenerme con él. Usaste el escáner para ver los cambios en esa región, ¿cierto?
—Así es, señor. Veo que realizó varias modificaciones después de aquel intento.
—Sí, Serma. Ya lo tenía todo calculado. Como sabrás, si modifico en este universo algo, en los próximos, y que pueden ser afectados, también hay cambios, aunque estos cambios van disminuyendo, cuanto más lejos estén ciertos universos, del universo modificado. Tenía las ecuaciones en mi cabeza, todo. La modificación en este universo iba a ser más notoria, pero estaba todo hecho para que, en el universo en el que estaba la Quintaesencia, esta pudiera ser modificada adecuadamente.
—¿Y qué seguirá ahora, señor? —Comenzó a titilar más frecuentemente Serma.

Permaneció un momento en silencio pensando. El cielo lucía algo anormal, producto de las modificaciones hechas anteriormente. Súbitamente Markem tuvo un sobresalto.

—¡Ella ha realizado un nuevo salto, ahora hacia 549+918K+8M! Sé dónde está exactamente. ¡Vaya casualidad! Pero no tengo el tiempo suficiente para hacer ecuaciones. Esto tomará más tiempo con este actual cerebro.

Markem realizó una modificación sobre sí mismo. Había integrado otras partículas y creó tejido cerebral que funcionaba perfectamente. Realizó los cálculos lo más rápido posible. No tenía mucho tiempo, porque era posible que ella se moviera de ese lugar y que él perdiera el rastro de las partículas. Así que este actuó, pero su intento había sido nuevamente en vano. Las ecuaciones habían estado mal. Todo se tradujo en una horrible plasta en un muro de la habitación donde se encontraba la Quintaesencia.

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Recuerdos

Alicia estaba mirando el riachuelo. El cielo estaba siendo ocultado por unas nubes de lluvia. El viento se sentía cada vez más fuerte. A lo lejos podían verse a las personas dirigiéndose hacia sus casas. Sin embargo, ella seguía sentada en la orilla, esperando a que lloviznara. Pasaría algo de tiempo para que eso tuviera lugar. Aún tenía cosas por hacer. El tiempo era algo que no quería volver a desperdiciar. Hubo estado ella, durante las horas anteriores, tallando pequeñas figuras en trozos de madera: algunos conejillos con colmillos, árboles con apariencia humana y una pequeña niña con aspecto algo terrorífico. Ella era muy buena haciendo eso, pues se veía en la calidad y en el poco tiempo invertido por cada pieza.

Su madre le había pedido, desde la mañana, que fuera por algo de agua. Esa era la tarea que debía hacer, mas ella se había quedado encantada formando tan bellas figuras que pronto se convertirían en ornamento de su casa grisácea. Si bien ella había usado el tiempo en algo que prefería hacer, no había dejado de lado las labores encomendadas por su madre, y era por eso que ella estaba junto al riachuelo llenando los baldes. Aunque esa labor había quedado interrumpida ya momentos atrás, pues la niña estaba contemplando el agua que avanzaba lentamente. Veía los pequeños seres caminando por el fondo, cargando a cuestas una roca cada uno.

Esos seres eran muy similares en cuanto a su forma, pero el color era algo muy variable en ellos. Se podían apreciar algunos en tonos oscuros, otros en tonos claros, otros translúcidos, unos resplandecían, y así, una gran variedad en cuanto a colores. Ella, con una curiosidad que no pudo contener, dirigió las palabras hacia una de esas pequeñas entidades.

—¿A dónde llevan esas piedras?
—Oh, hola, pequeña niña, tal parece que te has dado cuenta de nosotros. ¿Por qué quieres saberlo?
—Porque me gusta saber cosas nuevas.
—¿En verdad? Te lo contaré, no sin antes salirme de esta corriente. —Se desvió de su trayectoria y salió junto con la roca que llevaba cargando, para luego dejar esta sobre la orilla—. Bien, verás, estas rocas las usamos para construir nuestras casas. Las texturas, las formas y los colores que tienen las hacen especiales.
—¿Por qué son especiales? —Ella comenzó a sentir más curiosidad.
—Simplemente para nosotros lo son. Verás, todo lo que hay en este mundo es relevante. Para nosotros estas rocas representan algo muy importante. Les hemos dado mayor valor que el resto de las cosas. Hace mucho tiempo nosotros vivíamos bajo el agua, pero pasó que, nuestros antepasados, encontraron más hermosa la tierra, y decidieron habitarla. Estas rocas se convirtieron en un símbolo, algo que haría recordar nuestros orígenes, aunque claro, este deseo de volver a vivir bajo el agua no existe entre nosotros, salvo para algunos quienes lo hacen.
—¿Entonces no es malo llevar esas piedras que les recuerden también un lugar al cual no quieren regresar?
—Podría decirse que es malo, pero como dije antes, esto siempre tiene algo de positivo. ¿Tú tienes algo importante?
—Sí, a mi mamá, y unas figuritas de madera que he tallado —decía ella con orgullo.
—Bien, para nosotros nuestros orígenes son importantes. Es algo que quedó atrás, como dije, para muchos. A pesar de ello no deja de ser significativo. ¿Qué pasaría si algún día perdieras algo importante?
—Me sentiría triste.
—Y recordar no es malo, siempre y cuando el pasado no se convierta en tu presente. Así tú, algún día, puedes hacer algo para rememorar a las cosas que son muy importantes. Nosotros llevamos las piedras para simbolizar la anterior vida bajo el agua. Tú podrías llevar el recuerdo en tu mente, o hasta podrías representarlo, como nosotros. Hacer mal uso del recuerdo lleva al estancamiento. El recordar es bueno cuando se usa para aprender, valorar y respetar.

martes, 19 de noviembre de 2013

El épico sueño de la ceremonia

Bueno, este sueño ya tiene historia. Años atrás que llegó a mi mente rara. Pero sí, aún lo recuerdo, todo ahí, igual. Fue realmente curioso. Recuerdo la escena: una ceremonia al aire libre, sobre el césped, cerca de un elegante salón de eventos en donde se haría la cena. El salón era de tipo americano, de color blanco, alto, de madera, sólo una planta. Alrededor del lugar había árboles, y creo que, en algún momento, llegué a ver algunos carros de golf por ahí. Había mucha gente congregada. En una parte había una lona grande que protegía, a los invitados, del sol. Lo curioso es que todas las personas reunidas allí eran afroamericanos. No me malentiendan, no quiero ser racista, ni estoy ávido de discriminar, nada de eso, sino que quizás mi mente creó esa escena sabiendo que la gente afroamericana da el toque cómico, hasta a las cosas que no pueden parecer graciosas.

En fin. Tal parece que esa ceremonia era para premiar, o hacer un reconocimiento, a un equipo o jugador de fútbol americano. Eso no me quedó muy claro que digamos y es que, el anunciador de televisión (sí, así es, este evento estaba siendo televisado), no dijo en sí la razón de la reunión. Total que, sí, la gente bajo las lonas, o carpas, llámense como se desee llamarlas, eran personas de la tercera edad. El anunciador habló del evento con gran emoción, y hasta la cámara enfocó a dos viejitas casi alcanzando el éxtasis, mientras él decía: "Ellas saben". Los ancianitos estaban ahí muy atentos a todo lo que pasaba en la ceremonia.

Después pasó al frente el maestro de ceremonia. Todo con su traje negro, muy formal: la elegancia paseaba por los alrededores, como un aire que confería solemnidad. Él, con sus papeles sobre el estrado, y ajustando el micrófono, se preparó para el discurso. Aquél hombre habló, para introducir el evento y, hacer un llamado a los aplausos, para recibir a los que iban a recibir el reconocimiento o premio, o quién sabe qué era. Pasaron aquellos jugadores de fútbol americano y tomaron asiento. El discurso continuó hasta que, en cierto parte, el maestro de ceremonia llamó a uno de los jugadores para que pasara al frente. Aquél se levantó, avanzó hasta medio camino, y de repente... ¡Una anciana se lanzó hacía él! ¡Fue con su silla de ruedas eléctrica y lo tumbó! Fue épico. Era increíble que esa anciana haya podido abatirlo. Fue como una furia espartana que había surgido de ella. Poco después, mucha gente se levantó y se dirigió hacia el jugador que estaba en el suelo para ayudarlo. Jamás me esperé que algo así pasaría. Pero sí, pasó, un sueño tan extraño. Y bueno, eso fue todo. Un poco raro, por no decir "ultrarraro".

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domingo, 17 de noviembre de 2013

El sueño de la chica coprofágica

He tenido sueños extraños, pero este sí que fue demasiado. Más bien diría que esto se trata de una pesadilla, en donde el soñador, que a la vez es protagonista, es torturado no físicamente, ni mucho menos con un drama del corazón, sino que el terror es presentado en forma de un martillazo directo a la mente. Esta es una de las peores cosas que haya soñado alguna vez. Y bueno, comencemos con este épico sueño, o pesadilla, todo depende de quién lea esto.

Veíame yo en una casa lujosa, de esas con aspecto europeo, con sus balconcillos, ventanas amplias, techos inclinados, con una edad de, más o menos, dos o tres siglos. ¡Quién sabe! Soy malo en esto de calcular la edad de las cosas. Prosigo. Esa casa tenía un tapiz hermoso, rojizo, con algunos ornamentos en él, como plantas o algo así, bueno, enredaderas de color negro. La alfombra era color beige o khaki. Todo era hermoso. Había relojes antiguos y hermosos cuadros. Debo decir que esa casa lujosa no era muy grande, no en comparación con las residencias portentosas de la clase alta. La casa debía medir, a lo ancho, aproximadamente unos treinta metros, y de largo unos cuarenta o cincuenta metros. La casa tenía dos plantas. Yo estaba en la planta baja. Alrededor de la casa había césped, salvo en la parte que estaba enfrente de la puerta, pues ahí había piedra decorativa. En esa parte del pasto también había unas sillas blancas de madera, una fuente de piedra que combinaba perfecto con el lugar, además de varios artículos para el mantenimiento del lugar. Toda la propiedad estaba rodeada de una valla metálica, rodeada por enredaderas y otros arbustos.

Claro, nada de eso suena perturbador. Lo perturbardor era una chica hermosa, rubia, con ojos, quizás, de color cafés, o tal vez color miel, además de que ella era alta, no más que yo, sino a la misma altura. Ella estaba vestida con pantalones negros ajustados, una camisa roja de manga larga, de esas que tienen un diseño como de cuadritos, y llevaba unos lentes de esos grandes, con bordes gruesos, en color negro. Su peinado, sí, un fleco hacia un lado, algo así como emo, aunque no le tapaba los ojos. Sí, una chica espectacular, aunque con una terrible filia.

Ella me saludó ahí en la casa. Había otras personas por ahí, o eso me dio a entender el murmullo del lugar, que a la vez se mezclaba con hermosa música underground, tipo hardcore punk y screamo. Yo, parano ser un maleducado, la saludé. Platiqué con ella y todo, hasta parecería que yo le agradaba demasiado. En fin, decidimos abandonar la casa que ocupaba toda la cuadra, sí, aunque el tamaño de aquella pequeña mansión fuera miserable. Las calles eran muy oscuras. Sólo eran salvadas ciertas partes de ellas que eran iluminadas por tenues lucecillas. Casi no había autos en las calles. Ella y yo caminamos y cruzamos unas dos o tres calles, hasta que llegamos al lugar del terrible acontecimiento. Y no, no me condujo hacia la oscuridad para luego violarme, nada de eso, que en todo caso no hubiera sido tormento, sino placer mundado.

Llegamos a una casa cuya entrada principal daba directamente hacia un baño. Parecía el único cuarto. La puerta de ese recinto era de madera, enorme. Entramos. El piso tenía mosaicos. Las paredes eran blancas. Ahí había un lavabo, una tina y un enorme retrete. El retrete tenía un sifón enorme hacia el sistema hidráulico que conducía a otros lugares mágicos, bueno, no. Mi acompañante, esa hermosa chica interesante, sí, ella se metió al retrete y comenzó a lamer los residuos de heces fecales, del inodoro, mientras aguantaba la respiración. Y se quedó unos momentos ahí, lamiendo, mientras el aire se le terminaba, pero esto parecía producirle placer, sí, el estar apunto de ahogarse y seguir degustando ese jodido alimento infernal. Eso me causó un terror tremendo. Momentos después se salió de ahí como si nada. Yo con el pánico, ella con la tranquilidad de un monje budista.

Segundos después ella me preguntó que si yo quería tener relaciones sexuales. En los sueños uno, como hombre, no se niega (ajá, sí, usa ese argumento barato para justificar tus actos). Le dije que sí, y total, que me puse un preservativo, pero era extraño, porque era prácticamente una jodida envoltura o bolsa de pan, a la cual se conectaba un tubo de un extremo y creaba vacío, mediante la extracción del aire del envoltorio. A pesar de eso, no hubo nada guarro, pues el sueño terminó. Pero, ¿qué opinan ustedes de esto? Me jodió la mente.

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