miércoles, 1 de enero de 2014

La mente proyectada

Desperté. Me doy cuenta que es demasiado tarde y que no llegaré a tiempo al trabajo. Debo entender que no debo destruir un despertador cada vez que despierto, o al menos tengo qué reabastecerme de una caja de ellos. No puedo controlarlo. No es tan sencillo como se cree. Mi mente trabaja en forma alocada, además hay que sumarle el estrés del día a día. Este secreto pensamiento es muy útil, sin embargo, también podría un día estar durmiendo y morir debido a ellos.

No es muy fácil el comprender totalmente cómo funciona. Un día, por la tarde, estaba yo sentado contemplando el horizonte. La imagen era realmente encantadora: paisaje de un verde prado, con flores rojas y azules regadas por ahí, un cielo azul, cálido, y unos manzanos cuyos frutos estaban descansando en el suelo. Me acerqué a estos árboles muy despacio, tomé las manzanas y las comí. Eso sólo me abrió más el apetito. Me quedé con hambre. No había manzanas en el suelo, así que intenté subirme a los árboles y arrancarle esos frutos. No pude, pues mi cuerpo es demasiado débil. Mi deseo fue tan grande que de mí brotó una presencia.

Movimiento irregular y apariencia plasmática, se movía y parecía tocar las cosas.  En efecto, esa sustancia podía materializarse y volver intangibles algunas de sus partes. Tenía dos extremidades superiores, para manipular las cosas, y dos extremidades inferiores, que también servían para eso, para apoyarse o desplazarse. También podía desplazarse haciendo uso de otras partes. Esa cosa que brotó de mí parecía ser algo luminosa, pero también translúcida. Cualquiera pensaría que se trataba de una aparición. Estas características harían pensar que hablo de un fantasma, mas eso dista mucho de aquello.

La presencia se movía sobre el tronco en una forma que resultaría imposible para una persona. Esta se aferraba a él aunque, aparentemente, no había modo alguno en que esto pudiera ser logrado. Se asió de las ramas, cortó las manzanas y las iba colocando sobre el suelo, sin arrojarlas. Era demasiado increíble eso. Pronto intenté hacer otra cosa. Busqué toda la concentración posible. Otra presencia había surgido de mí. La moví hacia otro árbol para que también bajara las manzanas. Por alguna razón intentaba hacer que estas dos entidades se comunicaran. Lo único que podía hacer yo era que estas cooperaran, mas no que hubiera un auténtico intercambio de información entre ellas. ¿Cómo es esto? Hacía que una de esas entidades llevara hasta cierto punto en donde estaba la otra entidad, luego le pedía que soltara la manzana y rápidamente que el otro ser la tomara. Las dos tenían cierta conciencia. Después noté que no podían verse la una a la otra. Me di cuenta que eran formas proyectadas que trascendían más allá de simples poderes mentales, pues podía hacer que estas existieran.

Estas presencias, como dije antes, no podían verse entre ellas. Pensé en algo. Usé dos viejas máquinas de escribir. Cada una de ellas escribía algo. Estos textos podían ser vistos por ambas entidades. Era la forma en la que podía hacer que se comunicaran. Es un poco frustrante, hoy en día, que no pueda controlar correctamente mi pensamiento. Siempre que despierto destruyo el reloj despertador. Mi mente saliendo del estado de sueño pide que el sonido molesto de la alarma termine, y es así como, inconscientemente, de mí salen estos seres para callarlo.

http://www.flickr.com/photos/klearchos/3824371065 is under a Creative Commons license:
http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/