sábado, 21 de diciembre de 2013

El espíritu de lo increado - El escenario que resulte victorioso

Estaba un pequeño ser hermafrodita sentado, contemplando el cielo. Se encontraba este sobre los campos luminosos de Vaavab. El viento agitaba las pequeñas varillas eléctricas que estaban transmitiendo electricidad en forma inalámbrica. Frente a él había dos vasijas pequeñas: una permitía enviar partículas, y otra recibía. Tomó una de ellas y colocó unas esferas de carbono. De la otra vasija apareció un cubo rojo. Se trataba de un binigrama. Lo sacó el cubo y lo colocó enfrente de él. Lo activó mediante su actividad cerebral. Este objeto se desintegró y una parte del suelo cambió el color de su resplandor. Se formó un rostro que comenzó a enviar impulsos eléctricos al espectador hermafrodita.

—Señorito, yo estoy un poco inquieto en este lugar. En mi lugar, que es tu lugar también, yo he conocido lo que ha de suceder. —El binigrama cambiaba sus luces en forma lenta.
—Yo quiero saber qué es lo que va a pasar. ¿Tú puedes decírmelo?
Seguro, yo te diré a ti lo que pasará. El multiverso está muriendo en estos momentos.
—¡Pero cómo es que pasa eso? ¿¡Por qué?!
Amigo, mío, tú debes calmarte, pues tus ondas cerebrales no son del todo cómodas de presenciar.
—Yo lo siento. Yo debo decir que no esperaba que eso ocurriera. ¿Podrías tú explicarme qué es lo que ocurre? —Las luces del cuerpo del hermafrodita se volvieron de color amarillo.
 —Claro, señorito. Labor mía es el tener que proteger. En los últimos momentos los universos más fríos cesaron su existencia, y este cese seguirá con todos los demás hasta acercarse hacia el universo 0. Ellos nos han confirmado que, efectivamente, está siendo destruido nuestro multiverso. Descubierto, yo he, que ellos están buscando hacerse con el multiverso.
 —¿Ellos? —preguntaba mientras mostraba una transición de luz amarilla a una de color azul.
—Yo leí a la Primigenia. Descubrí yo, gracias a ella y a su inteligencia colectiva, sobre lo que pasó y lo que pasará. Deber nuestro es el mantener una lectura sobre la Primigenia. Reveladas fueron cosas terribles. El de los universos fríos, ese quiere modificar el multiverso para lograr un caos inimaginable. Los que están en muchos universos, esos desean usar a la Primigenia para ejercer el control absoluto de la creación, a través de la ignorancia y las mentiras. El idealista, él construye un milagro para asegurar la perpetuidad del multiverso. La visionaria, ella desea lograr la transparencia y la empatía en lo creado.
—¿Y qué es lo que sucederá?
—Que todos ellos planean expulsar a los habitantes de lo increado hacia algún otro lugar. Sabemos que hace tiempo, los de los universos fríos, mandaron a los no creados a algún lugar. Estos de los universos fríos el mal trajeron. No fue sino gracias a la Primigenia que cesó el caos terrible. Error imperdonable fue el de ellos el haber liberado a los no creados y haberles permitido seguir habitando lo no creado. Yo no tengo certeza sobre cuál será el escenario que nos espera.

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viernes, 13 de diciembre de 2013

La unión con el deseo

El tiempo, aquello que no existe y que, a pesar de ello, buscamos. La perfecta comunión de las emociones conecta al hombre con el entendimiento. El hombre, sin embargo, ha perdido esta capacidad de mantener la razón y su sentir. La ha perdido debido a su deseo de detener lo que no existe. Anhela más de lo que puede entender, o de lo que podrá. El final de la búsqueda conducirá al hombre a la locura. Jamás logrará recuperar lo inexistente. El panorama más cercano descrito sería el siguiente: La frustración teñirá, de aquello que no es perceptible, el espacio; caminando se encontrará sin rumbo alguno; las voces cesarán y el deseo se habrá ido; la confusión será el estado perpetuo.

En el final de los tiempos nacerá la más cruel de las desesperanzas. La locura sólo será la antesala al verdadero mal. Todos se rendirán y aceptarán su destino fatal. No habrá más razones para la soberbia adoración propia, ni jactancia por la falsa omnipotencia que el saber le dio al hombre. Contemplará el desorden más hermoso. Su espíritu se quebrantará inmediatamente, siendo después este desechado y olvidado. Reinará en los últimos instantes la indiferencia del universo hacia el hombre. La mofa más grande será silenciosa, y la recibirá este último. Recibirá el mayor de los castigos el pedante: ver en la lejanía su cometido incumplido.

El hombre comenzará a creer en lo absurdo. Se aferrará a todo aquello que repudió. Erigirá un monumento a la vergüenza. Caminará lentamente y mirará hacia el cielo oscuro. Las lágrimas no podrán salir de sus ojos. En su mente se proyectarán las más terribles visiones. Conocerá el origen de todos los miedos. Ahí se arrodillará y pedirá perdón, desde lo invisible hasta a lo oculto en el corazón. Amará pero no sinceramente, pues su amor sólo será una prueba del miedo a su desaparición, de la concoja y de su hipocresía. Todo lo que el hombre entronizó será quemado. Perecerá todo en la más deliciosa disonancia.

La existencia se tornará helada. Todo perderá su fuerza. Nada podrá hacerse. Nada podrá recuperarse. El hombre caerá abatido sobre el fango donde lentamente será tragado. Se terminarán las diferencias y lo justo llegará. En el fin alguien se levantará; con el más auténtico amor abrazará. Habrá conocido lo más íntimo. Aquel que fue descartado revelará lo más increíble. Unirá a sus hermanos y logrará la paz en los momentos más difíciles. Todos esperarán el momento en que se corte el balance entre lo natural y lo trascendental. Lo que está más allá se sobrepondrá y el triunfo será celebrado. Las nimiedades se diluirán. La imagen se desdibujará, indicando así el cierre de lo creado. El final es inevitable.

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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una serie de sueños y pesadillas - Parte II

Mi compañera, la que me había salvado, se fue con la niña, Zania. Salieron por la tercera puerta de la casa, la que aún no había usado yo. Momentos después decidí salir, al igual que ellas, por esa puerta la cual me llevaría a un lugar inexplorado. Al salir de la casa, por ese acceso, me di cuenta que me encontraba en un túnel. Este tunel tenía más puertas a lo largo. Me di cuenta que aquello era un tipo de hotel, sí, uno, cuyo tunel, conducía hacia la calle, y que las puertas eran las salidas traseras de los cuartos, por donde entraba el personal de mantenimiento y demás, y por donde podían salir, si querían, los huéspedes. Ese tunel estaba bajo una colina. Era un hotel, sí, aunque debo decir que el cuarto, del señor que me había recibido antes, se veía más como una casa, más hogareño. Esto me hizo pensar en que, tal vez, el señor era el dueño del hotel o que había pagado para vivir ahí.

Seguí caminando por el tunel. Llegué hasta la salida trasera del hotel, y asomé mi cabeza hacia la calle. Me veía yo sobre una acera. Enfrente de mí, cruzando la calle, estaba un centro comercial. Me recordó a un centro comercial que está cerca de mi casa, pero parecía que aquello era una parte nueva de este, o una parte remodelada, en donde aún seguían los trabajos. Pude ver un supermercado, uno muy conocido. Esto es raro, pues en la vida real está el centro comercial, este mismo supermercado y, cruzando la calle, está un hotel. Prosigo. Afuera del hotel encontré a mi amiga y a la niña. Todos vimos que una mujer había entrado al tunel.

Mi amiga se asustó mucho. Me dijo: "No puede ser, es ella. Va hacia la casa y puede que le haga algo". A lo que yo le respondí: "Ella trabaja aquí, ¿no?". Ella me había dejado en claro que no trabajaba en el hotel. Confirmado esto, decidí lanzarme a la aventura. Comencé la marcha y me dirigí hacia ella. Rápidamente fui por el tunel hacia aquel cuarto de donde había salido yo. Entré, y me di cuenta que todo estaba en llamas. Avancé unos dos pasos más; apareció ante mí una mujer que se me abalanzó. Creo que era la misma de la cual me habían salvado antes, no recuerdo bien esto. Ella quería matarme. No había nadie cerca para ayudarme. Esta mujer tenía un tenedor en la mano con el cual quería matarme. Yo gritaba por auxilio, pero nadie respondía al llamado.

La mujer casi me mataba. La sostuve, del brazo que tenía el tenedor, con mucha fuerza. Ella estaba sentada sobre mí. Con la otra mano abrí la puerta, que no sé en qué momento se cerró. Saqué una pierna por ahí, para evitar que esta se cerrara de nuevo, aparte de que quería que alguien me viera desde afuera y para que mis gritos fueran más efectivos. Nadie pasaba cerca del lugar. Estaba demasiado desesperado. Finalmente apareció el señor, el que habitaba la casa esa, sí, el mismo con quien había platicado antes. El me decía: "Espérate, no pasa nada"; lo hacía con un tipo de tono burlón. Yo me enojé, y dije en mis adentros: "Sácame ya, hijo de puta". Pasaron unos instantes, yo ya no estaba en el peligro. La casa ya no estaba en llamas. Todo se veía justo como antes del incendio. Por fin me había aliviado por no estar en el peligro anterior. 

El final fue raro. El hombre me invitó a comer algo así como huevos estrellados. Encima les puse rebanadas de queso amarillo, y estas rebanadas estaban condimentadas, algo así como un agregado picante, o un buen condimento. Yo les había puesto dos rebanadas a los huevos. Comí, y todo ello me supo muy bien. Este hombre me había compensado por el mal rato que pasé con la mujer que quería matarme con el tenedor. Él me había salvado, aunque no sé exactamente cómo.

Y bueno, con esto llegamos al final de todo. Soñé demasiado para una sola noche. Espero que les haya gustado. Saludos.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Una serie de sueños y pesadillas

Oh, sí, en este escrito puedo asegurar lo épico. Tuve dos rondas de descanso, en las cuales tuve sueños y pesadillas, en ambas. La primera ronda fue un tanto extraña. Soñé que estaba caminando sobre una calle conocida de mi ciudad, pero no una calle en la parte central de la ciudad, sino una de esas calles en donde hay solamente casitas, no edificios habitacionales ni de comercio, y donde casi reina la tranquilidad. Pues bien, entré a algo así como una oficina improvisada dentro de una casa. Ahí dentro encontré a una mujer. Me estaba mostrando unos teléfonos celulares. Me dijo que me los daría a cambio de algo, bueno, un favor de tipo sexual. Fue realmente bizarro eso, y que por suerte desperté de ese sueño, pues la mujer era más horrible que mirar la puerta del infierno, mientras se carga una losa, y con demonios dando latigazos en las piernas.

La segunda ronda, de sueños y pesadillas, fue la más interesante y compleja. Soñé que estaba con una muchacha, aunque no recuerdo mucho de su aspecto, tan sólo una chica alta, con cabello castaño oscuro y una tez dorada. Ella y yo estábamos cazando algo, al parecer zombies, ¿o quizás otra clase de monstruos? En fin. Llevábamos muchas armas: escopetas, armas cortas, rifles, granadas, navajas y más cosas por ahí guardadas. Yo estaba con ella en un tipo de complejo industrial abandonado. Teníamos una misión, no recuerdo exactamente cuál era. Nos topamos con un contenedor metálico. Ese contenedor tenía puertas laterales. Este estaba cerrado. Algo por dentro estaba golpeándolo.

Yo me estaba acercando a ese contenedor, a la vez que pensaba: "No, seguramente hay un zombie ahí adentro, o algún monstruo extraño. Primero voy a guardar el juego". Sí, dije eso como si se tratara de un videojuego. Mi compañera y yo éramos los protagonistas. Fuimos a "guardar" los datos a un edificio cercano, como a unos diez metros de ese contenedor. En ese edificio había una pared que tenía ventanas muy grandes, aunque parecían muy resistentes los vidrios. Se podía ver el reverso del contenedor desde esas ventanas. Y bueno, el contenedor seguía trepidando. La cosa que estuviera ahí se estaba poniendo más loca. Después ya habíamos "guardado" los datos del juego.

Ahora era el momento de actuar. Le dije a mi compañera: "No, mejor no hay que ir hacia donde está el contenedor, mejor vayamos por esta puerta". Sí, era una puerta que estaba cerca de nosotros, que daba a otro cuarto del edificio. Y ella accedió a hacerlo así. Abrí la puerta entonces, y ahí me di cuenta de que había tomado una mala decisión, pues aquello era una trampa. De ahí dentro salió una mujer con aspecto de harpía, o de un espectro, algo raro. Ella se abalanzó sobre mí; quería matarme. Mi compañera me ayudó, aunque no supe exactamente cómo lo había hecho. Pudo ser que le haya asestado un golpe, o algo parecido. Gracias a esa acción la harpía había salido huyendo.

Pasé finalmente por la puerta. Mi compañera había ido a otro lado. Yo entré y vi que aquello era una casa, en donde me recibió un señor con el cual platiqué. El señor era de mediana edad, algo gordo y calvo. No sé qué relación exacta yo tenía con él. Después llego una señora, que pienso que era su esposa. Jamás se dijo, en el sueño, que lo fuera, pero eso es lo que creo yo. Ella se unió a la conversación y seguimos hablando por un rato más. Momentos después ellos salieron, pero no por la puerta por la cual yo había llegado. Había tres puertas que daban a lugares distintos. Yo tomé otra diferente, la cual me condujo a la calle. Me tope con algún felino, aunque puedo decir que era un puma. Esa cosa quería comerme, así que para evitar eso yo lo tomé del hocico y se lo mantuve cerrado.

Yo, con algo de miedo, llevé al puma arrastrando sin soltarle el hocico. Después me topé con un perro, sí, es uno que de hecho tengo en la vida real. Me empezó a molestar mi perro, sí, me andaba mordiendo mi pierna y otras partes de mi cuerpo. Así que, con mi otra mano, lo tomé también del hocico. Me dio risa el hecho de que mi perro anduviera de molesto. Llevé a los dos animales tomados por el hocico. A mi perro lo dejé en un lote valdío, aunque había mucho pasto seco. De hecho esa parte, en donde estaba yo, parecía una sabana. El cielo se veía de color aguamarina. Había una luna enorme de color azul. Y sí, mi perrito se quedó ahí en ese valdío. En este lugar había más animales, buscando comida en el suelo. Había zorros, gatos y otros perros. Al puma lo solté más lejos de ahí. Primero lo había querido dejar ahí con los demás animales, pero no pude, por el miedo a que este se los comiera. Lo dejé muy lejos, donde no supusiera algún peligro, ni para ellos, ni para mí.

Posteriormente, dejé el lugar y regresé por la puerta por la cual había salido. Llegué nuevamente a la casa donde encontré al señor y a la mujer. Ellos aun no habían llegado a casa. Ahí dentro estaba una niña muy hermosa. Ella me quería mucho, y no sé por qué razón. Había dos cuadros, uno con la niña, y el otro con una fotografía de su mamá. Ambos cuadros tenían, al pie de la foto, el nombre de cada persona. La niña se llamaba igual que su madre, sin embargo no recuerdo cuál era el nombre. Siento que era algo así como Zania, o no recuerdo del todo. Quizás mi mente rara lo creó a partir de los fragmentos que recordaba del nombre. La niña estaba en el baño, duchándose. Poco después llego mi compañera, sí, la que me había salvado de la mujer con aspecto de harpía. La saludé. Había entrado ella por la primera puerta, la que usé para entrar por primera vez a la casa. Ella se quedó platicando con Zania, la niña. Yo me quedé pensando en otras cosas, como en si el puma volvería a atacarme, y también recordé lo de la mujer o harpía, esa de antes. Después salí de esas cavilaciones.

Y esto fue lo que soñé, aunque esto aún no ha terminado. Continuaré con esto después. Sí, es la serie de sueños y pesadillas más larga que he recordado. Espero que les haya gustado esta primera parte. Saludos, amigos.

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