jueves, 22 de mayo de 2014

Retención

En la lejanía mantengo despierto, aún, ese deseo de experimentar el dolor que se hizo huésped de tu vida. Lucho contra la emotividad y el impulso. Ceso mis movimientos antes de que estos sean realizados para tomarte. Bajo lo grisáceo camino sin dejar de acosar a esa imagen mental sobre ti. Estás tan lejos ahora. ¿Qué necesidad tengo yo de encontrarte aquí, en este frío y remoto sendero? Este árbol constituye, en todo caso, el mejor de los resguardos mentales. El viento no es algo de lo que haya que preocuparse todavía.

La calma no durará demasiado, pues este árbol pronto será abatido. Encuentro un sosiego temporal, mas sé que pronto recordaré aquello por lo cual siento un poco de intranquilidad. El entendimiento ajeno es algo que no espero, ni  necesito. Supone una delicia el rendirme ante el miedo. Que el orgullo termine enterrado bajo este árbol moribundo, y que pronto converjan los males, latentes o desnudos. Pronto amaré cada fragmento de mi pensamiento, y entronizaré el momento en que el dolor alcance el clímax.

Verticalidad soñada y proyectada en mi irrealidad, la que afectó al árbol y provocó su caída. Emergen perfectos torturadores de mí. Tu imagen da alcance y no puedo evitar arrastrarte hasta donde estoy. Te ato y tu dolor se une a mí. El contacto no vuelve indiferente a los latidos en tu pecho. Bailoteos rápidos demuestran la aceptación. Vientos húmedos se dedican a golpearnos, mejorando este momento que no acabará. Me mantengo firme, estrechándote, construyendo la mejor eternidad.

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