miércoles, 20 de noviembre de 2013

Recuerdos

Alicia estaba mirando el riachuelo. El cielo estaba siendo ocultado por unas nubes de lluvia. El viento se sentía cada vez más fuerte. A lo lejos podían verse a las personas dirigiéndose hacia sus casas. Sin embargo, ella seguía sentada en la orilla, esperando a que lloviznara. Pasaría algo de tiempo para que eso tuviera lugar. Aún tenía cosas por hacer. El tiempo era algo que no quería volver a desperdiciar. Hubo estado ella, durante las horas anteriores, tallando pequeñas figuras en trozos de madera: algunos conejillos con colmillos, árboles con apariencia humana y una pequeña niña con aspecto algo terrorífico. Ella era muy buena haciendo eso, pues se veía en la calidad y en el poco tiempo invertido por cada pieza.

Su madre le había pedido, desde la mañana, que fuera por algo de agua. Esa era la tarea que debía hacer, mas ella se había quedado encantada formando tan bellas figuras que pronto se convertirían en ornamento de su casa grisácea. Si bien ella había usado el tiempo en algo que prefería hacer, no había dejado de lado las labores encomendadas por su madre, y era por eso que ella estaba junto al riachuelo llenando los baldes. Aunque esa labor había quedado interrumpida ya momentos atrás, pues la niña estaba contemplando el agua que avanzaba lentamente. Veía los pequeños seres caminando por el fondo, cargando a cuestas una roca cada uno.

Esos seres eran muy similares en cuanto a su forma, pero el color era algo muy variable en ellos. Se podían apreciar algunos en tonos oscuros, otros en tonos claros, otros translúcidos, unos resplandecían, y así, una gran variedad en cuanto a colores. Ella, con una curiosidad que no pudo contener, dirigió las palabras hacia una de esas pequeñas entidades.

—¿A dónde llevan esas piedras?
—Oh, hola, pequeña niña, tal parece que te has dado cuenta de nosotros. ¿Por qué quieres saberlo?
—Porque me gusta saber cosas nuevas.
—¿En verdad? Te lo contaré, no sin antes salirme de esta corriente. —Se desvió de su trayectoria y salió junto con la roca que llevaba cargando, para luego dejar esta sobre la orilla—. Bien, verás, estas rocas las usamos para construir nuestras casas. Las texturas, las formas y los colores que tienen las hacen especiales.
—¿Por qué son especiales? —Ella comenzó a sentir más curiosidad.
—Simplemente para nosotros lo son. Verás, todo lo que hay en este mundo es relevante. Para nosotros estas rocas representan algo muy importante. Les hemos dado mayor valor que el resto de las cosas. Hace mucho tiempo nosotros vivíamos bajo el agua, pero pasó que, nuestros antepasados, encontraron más hermosa la tierra, y decidieron habitarla. Estas rocas se convirtieron en un símbolo, algo que haría recordar nuestros orígenes, aunque claro, este deseo de volver a vivir bajo el agua no existe entre nosotros, salvo para algunos quienes lo hacen.
—¿Entonces no es malo llevar esas piedras que les recuerden también un lugar al cual no quieren regresar?
—Podría decirse que es malo, pero como dije antes, esto siempre tiene algo de positivo. ¿Tú tienes algo importante?
—Sí, a mi mamá, y unas figuritas de madera que he tallado —decía ella con orgullo.
—Bien, para nosotros nuestros orígenes son importantes. Es algo que quedó atrás, como dije, para muchos. A pesar de ello no deja de ser significativo. ¿Qué pasaría si algún día perdieras algo importante?
—Me sentiría triste.
—Y recordar no es malo, siempre y cuando el pasado no se convierta en tu presente. Así tú, algún día, puedes hacer algo para rememorar a las cosas que son muy importantes. Nosotros llevamos las piedras para simbolizar la anterior vida bajo el agua. Tú podrías llevar el recuerdo en tu mente, o hasta podrías representarlo, como nosotros. Hacer mal uso del recuerdo lleva al estancamiento. El recordar es bueno cuando se usa para aprender, valorar y respetar.

1 comentario:

  1. Esta narración me encantó... sus pensamientos siempre me sorprenden con algo nuevo :)

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