domingo, 3 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - ¿Cómo funciona?

Nadie sabía exactamente lo que pasaba, excepto ella. Vania estaba más cerca de la verdad. Pudo controlar dos situaciones. Sin embargo, no había podido realizar adecuadamente la última modificación, o bueno, al menos eso creía ella que hacía. Creía que podía modificar lo que había en el universo, pero no en tal forma. ¿Realmente ella tenía que ver con lo sucedido a su jefe? Pensaba ella que, quizás, modificar incluso una pequeña parte podría afectar gravemente a otras partículas en el universo. ¿Pudieron ser, esa manchas plasmadas en la pared, partículas que pertenecían al cerebro de su jefe, y que quitándolas se modificó gravemente su pensamiento, ocasionando esa decisión en él?

Ya estaba todo hecho. Su jefe ya estaba muerto. De todos modos no habría remedio tras esa modificación, en la que ella se veía como responsable. ¿O podría haberlo? ¿Y si, tal vez, ella hiciera modificaciones para recrear el cuerpo de su jefe? No era tan sencillo. En su mente nacían ideas sobre esto: "Si realizo las modificaciones no me encontraré con la misma persona, una parte de él, es posible, mas no como era antes. Deben estar todas las mismas partículas ahí, exactamente las mismas. No puedo simplemente traer otras partículas cualesquiera y formarlo nuevamente". Creía que no sería fácil realizar el procedimiento. Traer esas partículas, todas las que lo integraban, sería difícil. Ella estaba segura de que podía realizar modificaciones, es decir, que podía mover partículas que integraban todo lo que había en el universo actual.

¿Y qué pensaba ella que podía hacer con él? ¿Buscar todas las partículas perdidas que ahora estaban en otros lados, formando parte de otras cosas? ¿Desarmar cualquier ser vivo y ponerlo como la parte faltante de él? No era nada sencillo. Todos los recuerdos se habrían ido. Armar toda su cabeza sería complejo. ¿Recrearía ella la sinapsis con éxito para traerlo completamente? ¿Recrearía el mismo orden o disposición de las neuronas? ¿Podría hacerlo para burlar ese destino fatal? Ella aseguraba que eso era prácticamente imposible. Claro, podía desarmar lo que quisiera. Armarlas suponía un verdadero problema.

No, entonces no había nada por hacer. Yacía muerto con la cabeza destrozada. Pero, ¿por qué exactamente ella tendría que haber quitado esas partículas de él? Pudo haber sido cualquier otro objeto en el universo el que había desmantelado, o una parte de él, o incluso de varios objetos, y que había reunido todas las partículas ahí, en la pared. Su jefe ya, con antelación, se veía apurado por el reporte. Y si entonces no fue la modificación lo que lo había matado, ¿fue ella misma? El reporte era urgencia para él, y el no tenerlo, debido a la postergación de ella, podría causarle problemas con sus superiores. ¿Pero tanto así como para suicidarse? Además ella le había dado ya el reporte. ¿Y qué tal que lo que ella desmanteló fue precisamente eso, el reporte? El jefe bien podía haber estado descansando en su escritorio y, súbitamente, haberse vuelto loco por ver, en primer lugar, un fenómeno extraño como ese y, en segundo lugar, mirar aquello perderse: el bendito documento que evitaría problemas con sus superiores.

¡Una vil mancha pudo haber causado todo eso! ¡Una estúpida mancha! La paranoia se paseaba por su cabeza. ¿Cómo fue que antes pudo controlar bien dos situaciones? En todo caso, aseguraba ella, había podido realizar correctamente los cambios en las partículas para que, en aquellas situaciones, cambiaran de parecer, para que cambiaran sus ideas, pues. ¿Pudo estructurar adecuadamente neuronas y acomodarlas con precisión, pero no pudo controlar el origen de ciertas partículas que crearon una mancha? Eso pasa por jugar al ser sobrenatural.

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