lunes, 4 de noviembre de 2013

El sueño del paraíso maya

¿Qué tal, lectores? ¿Cómo están ustedes? Yo extrañado, realmente. Tuve un sueño justo hoy de esos que lo consternan a uno. Bueno, he tenido sueños más bizarros, o más bien, pesadillas. Pero este en realidad me gustó porque era un hermoso lugar en donde estuve. Jamás he soñado un lugar así de hermoso. Verán, todo comenzó, o al menos no recuerdo nada antes de esto, cuando, algo así como un trayecto con vista área sobre varias ciudades mayas, iniciaba. Se podían ver algunos estados de México, los cercanos al Caribe y al Golfo de México; y a Cuba también se le podía ver como parte del recorrido.

Un narrador iba describiendo todo. Se decía que antiguamente hubo ciudades que estaban en la superficie, sólo que poco a poco habían desaparecido bajo las aguas, cuyos niveles iban incrementando. Había una ciudad maya cerca de Cuba. Ahora, que voy revisando por internet sobre algún mapa, y veo que la ciudad estaba ubicada al suroeste de Pinar del Río, claro ya bajo el mar (quizás esto lo vi en alguna parte y lo proyecté en el sueño).  Y así contemplé otras ciudades mayas hundidas. El narrador había dicho que los mayas, en un intento de alejar las crecientes aguas, habían creado cenotes, para que el agua fuera tragada por los mismos y no afectara las ciudades. Pero su intento había sido inútil, puesto que las ciudades ya yacían bajo cientos de metros, devoradas completamente.

Después de ese como "recorrido", me veía en la orilla del mar, pero no había arena, sino que todo era de piedra, todo natural, y en las orillas podían verse aún algunos cenotes o cavernas que habían sido creados como un intento final por salvar las ciudades. El cielo estaba experimentando el atardecer. Tenía colores rosados, rojizos y violetas. Era maravilloso. El agua, esa estaba con color verde azulado, translúcida, y dejaba ver con claridad lo que había debajo. El suelo tenía distintos tonos, entre esmeralda, aguamarina, verde, naranja y amarillo. Era muy agradable toda la combinación de colores que estaba hecha adecuadamente. Había algo verdoso sobre algunas rocas cercanas a la orilla. Enseguida me veía yo contemplando una especie de río que terminaba en el mar.

El río, ese me pareció raro. Tenía un fondo todo hecho de piedra. El agua bajaba como por "escalones". Verán. Imaginen que en cierta parte, el agua, comienza a descender, como unos quince centrímetros, debido a un escalón que está por debajo. El agua debe recorrer nuevamente tres metros antes de toparse con otra bajada. ¿Me explico? Es como si en ese río hubiera bajadas de agua cada cierta distancia, en distancias muy similares, algo no tan natural del todo. A las orillas del río era donde obviamente comenzaba cada escalón. Cada escalón tenía una forma un poco circular. Había peces por ahí en cada escalón, aunque vi algunos muertos. El río era un tanto ancho. Y bueno, no era tan profundo, si acaso un metro o poco más que eso. En algunas partes, del fondo del río, tal parece que no había piedra, sino tierra, ya que había árboles ahí, en el río, sumergidos.

Ahí el cielo ya se veía menos vivo: con azules oscuros, sin estrellas cercanas. Por alguna razón vi a mi mamá a orillas del río, sobre una calle de piedra que le bordeaba. Estaba ella cocinando con carbón, como con una parrilla, y tenía yo en mi mano tres peces globos cocinados que yo había conseguido. Le di uno a ella. Y bueno, ¿cómo es que los peces parecían como planos y nos los comíamos como si nada? ¿Les había sacado yo el interior? ¿Acaso yo sabía cocinar un pez globo? ¿Era yo inmune al veneno, y ella igualmente? Quién sabe. Luego me puse, según yo, a pescar. Conseguí algunos peces más para comer. Se los di a mi mamá.

Pero ahora comienza lo extraño. Allá, cerca de la desembocadura del río, emergía un animal raro. Al principio no supe que era, sólo vi algo blanquecino salir del agua. Cuando salió por completo vi que se trataba de un calamar, pero este podía desplazarse sobre la superficie terrestre haciendo uso de sus tentáculos. Tenía una altura como de casi dos metros. Se estaba acercando hacia nosotros. Era algo rápido. Su aspecto era algo terrible, parecía que casi tenía un rostro humano, pero no, era tan solo su horrible aspecto calamaresco.

Le pedí a mi mamá que se fuera de ahí inmediatamente. Así lo hizo. Corrió hacia la plaza del poblado. Había algunas personas por ahí, pero tal parece que no sabían que existía, me ignoraban completamente, aunque un calamar me siguiera y ellos con una indiferencia mortal. Así que fui subiendo por los escalones de la calle empedrada que estaba del lado del río, y en eso aparecieron dos lobos, uno de color gris del pelaje, y el otro de color blanco. Ambos se veían violentos. El calamar estaba cerca de unas personas, apunto de atacarlas, y aun así la gente no prestaba atención. Tomé a los dos lobos que se acercaban a mí, quizás para comerme, o eso creí yo. Pero los tomé por los hocicos, los guié hasta el calamar y luego los solté. Comenzaron a devorarlo. El calamar pereció allí. Maté dos pájaros de un solo tiro: acabé con el calamar y evité que los lobos se comieran a alguien más.

Después sólo recuerdo que caminé hacia el interior del pueblo. Recuerdo las casas y demás que tenían un aspecto como a viejo. Todo era de color café, en varios tonos, claro está. Y ya, eso fue todo lo que soñé. Salvé el día en un hermoso lugar. A lo mejor este lugar existe y nunca lo he visto, este lugar ubicado en alguna parte de la Riviera Maya.

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