jueves, 7 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - Lo que un viaje supone

Vannigram y Lidie estaban a punto de abandonar el lugar. Ellos dos, los viajeros responsables del cuidado y de asegurarse que Vania estuviera versada en su labor. Se encontraban ellos en el espacio de materialización, un cuarto contiguo que contenía diversos cilindros o tubos transparentes, alineados, en los cuales las personas entraban. Estos tubos se usaban para transportarse a otros ubicados en distintos universos. Los tubos estaban conectados a dispensadores de partículas en la parte superior. El funcionamiento de estos dispositivos era el siguiente: un viajero entra en el tubo; en otro universo, el tubo se activa y libera distintas partículas, las necesarias para el intercambio entre universos; las partículas liberadas se organizan y forman una entidad similar al viajero; una vez formada, se realiza el intercambio. Los viajeros no requieren de intercambio con partículas con el mismo identificador, sino con partículas cualesquiera que pertenezcan al mismo tipo.

—¿Para qué son exactamente estos tubos? —preguntaba Lidie.
—Verás, estos tubos han sido construidos en muchos universos, en distintos puntos de cada uno. Estos tubos se emplean cuando el viaje entre universos es largo. Como sabrás, nosotros los viajeros, a fin de movernos, realizamos intercambios con otro universo, claro, siempre y cuando una o varias estructuras, con las cuales se intercambiará, elegidas o circundantes, tengan una composición similar. En ciertos universos es difícil encontrar ciertas partículas en un orden similar. Existe una tolerancia cuando se realiza el viaje, una del 2% de similitud de estructuras entre objetos que se intercambiarán. Pero, en ciertos lugares esto resulta más complicado, y en los universos lejanos es prácticamente imposible viajar.

»Bien, estos tubos, como verás, tienen arriba unos dispensadores. Estos se encargan de liberar las partículas, sí, pero en el tubo del universo al cual se viajará, con las cuales se creará una estructura similar a nuestros cuerpos a fin de realizar el intercambio. Bueno, pues esto se hace porque en ciertos universos, como te decía, ya es raro encontrar estructuras parecidas a nosotros, los viajeros, y es por eso que debemos usar este método.

—Oh, vaya decía Lidie con asombro.
—Además eso de hacer intercambio por uno mismo es más complicado. Supone un gran peligro para el universo del que se parte. Uno bien puede llegar al universo objetivo, pero no muchos aseguran la integridad en las estructuras, o serie de estructuras, que usaron para el viaje. Han pasado ya varios problemas debido a eso. Estos tubos pueden controlar las partículas subatómicas sin problema alguno. Nosotros sólo podemos reunir átomos, y no partículas subatómicas, ya que sería peligroso. Nosotros, los viajeros, podemos reunir ciertos atómos cercanos al punto, en el otro universo, en el cual se realizará el traslado. Por cierto, a estos puntos se les conoce como puntos de aterrizaje. Aunque hay viajeros que pueden reunir átomos de lugares más lejanos al punto de aterrizaje.
—Oh, ¿y es por eso que los viajeros tenemos que crear estructuras similares a nosotros para que, en el universo con el cual se intercambia, no haya problemas?
—Así es, Lidie. Aunque yo prefiero usar más estos tubos, ya que desarman las estructuras y recogen las partículas subatómicas para otros viajes, y no como en los viajes a la manera antigua, en los que se quedan las estructuras armadas, regadas por los universos. Inevitablemente estas estructuras repetidas serán indicios de nuestra existencia.

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