lunes, 4 de noviembre de 2013

El espíritu de lo increado - Anomalía

Las actividades laborales para el día siguiente se suspendieron, de acuerdo a una notificación recibida a través de una red de trabajo de la empresa. El cuerpo de su jefe ya había sido trasladado para ser incinerado. ¿Qué pasará ahora? ¿Qué es lo que haría ella? Dejar de usar la modificación, nada de prácticas. "Un mínimo cambio en el universo traería graves consecuencias", pensaba ella, y una de ellas pudo haber sido el destino fatal de su superior.

Investigadores iniciaban las indagaciones en el lugar de los hechos. Se cuestionó al personal, que aún estaba en la empresa, sobre los hechos acaecidos con anterioridad al accidente. El personal se dispuso a revisar en la oficina de su jefe. Habían encontrado un documento sobre el escritorio. Era precisamente el mismo reporte que Vania le había entregado a él. El documento tenía lo necesario. Ahí había nombres, firmas y demás. ¿Cuál fue entonces la razón para dicho acto suicida? Tan sólo una hora después los investigadores se retiraron, y momentos más tarde alguien llegó a casa de Vania, y tocó con rapidez.

—Buenas noches. ¿Es usted Vania Eris?
—¿Quién es? —preguntaba Vania con algo de calma.
—Soy el agente Koi Vjaya, estoy aquí por algo relacionado con su jefe.
—Permítame. —En eso, ella abrió la puerta a medias y primero asomó la cabeza—. ¿Sí?
—Verá, pasó algo con él... —en eso Vania interrumpió.
—Sí, sí, lo sé. Hace rato me enteré de lo que pasó. No me lo hubiera esperado, verá, bueno... ¿Qué pasa? —Parecía ahora un tanto curiosa.
—Pasa que mi equipo y yo encontramos un documento, vaya, un reporte sobre el escritorio de su jefe. Viene a nombre de usted y de un tal Aleksander Rhode. ¿Podría decirme quién es él? Tal parece que nadie en su empresa lo sabe. Es una gran anomalía.

Vania cambió el semblante de calma por uno de extrañeza. Le resultó desconocido ese nombre. Jamás pondría un nombre así. Abrió la puerta completamente y dejó de ocultar el resto de su cuerpo.

—¿Aleksander? No me parece nada familiar ese nombre. ¿En serio en ese reporte venía mi nombre?preguntaba Vania mientras pasaba la mano por su frente.
—Mire, déjeme darle una copia. —Abrió un portafolio y extrajo un fólder con unas hojas, el cual entregó a su interlocutor—. Revíselo.
—No recuerdo haber puesto este nombre. Los únicos responsables del reporte éramos mi jefe y yo. ¿Tiene algo de malo que esté ahí ese nombre? ¿Dirá que soy la responsable del suicidio, que yo lo alenté a hacerlo? —preguntaba con un toque de ironía en sus palabras—. Quizás el jefe lo puso. Nadie bajo ese nombre trabaja en la empresa, que sepa yo. Aún así no veo razón para que él lo incluyera. ¿Se ha encontrado a alguien bajo ese nombre en la ciudad?
—No, no vengo a acusarle de nada. No vengo a causa del suicidio. Vengo por un asunto mucho más delicado que tiene que ver con su jefe y con usted. Le diré la verdad. Yo conozco a esta persona. ¿Podemos hablar adentro?
—Oh, sí, claro. Pase.

Se dirigieron hacia la sala. Se sentaron los dos, uno frente al otro. Una mesilla de madera los separaba. Ahí había un cenicero en medio.

—¿Puedo? —preguntaba el agente mientras sostenía un cigarrillo.
—Adelante. Igual lo haré yo. —Vania sacó un cigarro mentolado de su chaqueta.
—He estado tras esta persona. Es altamente hostil. Usted debía sufrir consecuencias terribles en lugar de su jefe. Está tras usted.

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